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La tragedia de Rory Mcllroy y su triste espera para volver a ganar

Para Gio y J.A ‘El Inge’ personas felices, trabajadoras y exitosas.

En teoría lo más fácil en el futbol sería meter un gol de penal : lo haces a tan solo once pasos de la portería, con todo el tiempo del mundo, y sin que nadie esté a tu lado molestando u obstruyéndote. Sin embargo, hemos visto a los más grandes futbolistas de la historia fallarlos.

Cuando quienes fallan no son las estrellas del club, sino cualquier otro futbolista del equipo por estar en una tanda de penales (no un penal aislado que siempre tira el mejor jugador del equipo), solemos escuchar de su entrenador o capitán cuando este jugador cuando este penal no terminó en gol: “Se necesita mucho carácter para plantarse enfrente del arquero rival. No cualquiera se atreve a patear un penal en una eliminatoria” Esas justificaciones al final salen sobrando, porque para fallar un penal, cualquiera. El mérito más bien sería que te plantes y metas el gol.

En el golf pasa algo muy similar. Los mejores golfistas del mundo hacen drives de más de 300 yardas con una precisión quirúrgica, meten bolas en green de los lugares más difíciles del campo, suelen dejar la bola “dada” en tiros cercanos alrededor o en el mismo green, en donde para cualquier golfista promedio sería un logro dejarla relativamente cerca de la bandera. Pero como en el futbol, hay algo que distingue a los campeones de grandes jugadores de golf: meter la bola con el putt en distancias cortas en momentos de muchísima presión.

Con estos parámetros, golfistas consagrados han llegado a fallar de distancias en donde en cualquier otro escenario podrían meter la bola durante tres horas seguidas sin tener que concentrarse en el tiro.

Esto fue lo que le sucedió este fin de semana en el US OPEN cuando Rory Mcllroy dejó ir la oportunidad de ganar un Mayor (lo que en el tenis se conoce como Grand Slam ) al fallar dos putts a distancias mínimas lo que a la postre fue la diferencia entre el primero y segundo lugar.

Lo dramático de este hecho, es que hasta antes de su primera falla en el hoyo 16, Rory iba en primer lugar, había jugado perfecto y tenía el récord de 496 putts embocados seguidos de tres o menos pies durante este 2024. El 497 lo falló, y el del último hoyo también.

Esta falla le ha dado la vuelta al mundo y hoy el escocés y varias veces número uno del mundo, seguirá con una sequía de al menos diez años sin ganar un Mayor, no obstante qué en todo este tiempo sin conocer la victoria en un Grande, jamás estuvo tan cerca como este domingo.

Millones de espectadores fueron testigos de cómo Rory se quitó una desventaja de tres golpes para irse adelante por dos, producto de una ronda de cuatro birdies y ni un solo error, hasta que llegaron los fatídicos putts del hoyo 16 y 18.

Rory, el ganador de cinco Mayor, no pudo con la presión y falló dos putts qué en cualquier torneo casero de fin de semana el contrario te la cede para no perder tiempo y alentar el campo.

Fallar esos dos putts, sobre todo el del hoyo 18, convirtió a Rory Mcllory del mejor golfista de la era moderna después de Tiger Woods a ser el golfista con el juego más bonito y completo de la PGA, pero que nunca podrá ser un digno sucesor del gran Tiger.

Hace una semana en la final de Roland Garros, Carlos Alcaraz remontó un marcador adverso de dos sets a uno frente a Zverev, misma que se dio cuando dejó ir una ventaja de 5 a 2 en el tercer set. Cuando pasó esto, muchos pensaron que a sus 21 años el tenista español iba a perder el partido. Pero lo que terminó sucediendo es que el originario de Murcia se alzó con los dos siguientes sets de una manera contundente.

Esta “faena” hizo que hoy en el mundo del tenis se considere a Alcaraz como el digno sucesor de Rafael Nadal por la fortaleza mental que demostró en un momento de adversidad. Entre muchos otros beneficios que le representó esta victoria a Alcaraz, Nike le renovó su contrato y le ha asignado ya su propia línea de ropa, algo que solo había hecho con Federer y el propio Nadal.

Rory ha sido un emblemático de Nike en el mundo del golf, como lo fue en su momento el propio Tiger Woods. ¿Se arrepentirá Nike de patrocinar a Rory Mcllory? Seguramente no, pero si les quitó un anuncio emblemático de juntar el regreso de Tiger en Augusta de 2019 y el de Rory en este US OPEN 2024, después de 11 y 10 años de no ganar un Mayor o Slam.

Ahora Rory tendrá que aprender a manejar un sinnúmero de editoriales en donde la pregunta será ¿Si podrá volver a ganar un Mayor o si nunca tuvo el carácter para ser considerado el sucesor de Tiger?

¿Es el fin de Mcllory?  Para nada. Phil Michelson ganó a sus 50 años después de ocho años de sequía. Rory apenas tiene 34 años pero tampoco se ve que pudiera aguantar otros 16 años, además de estos 10, sin ganar un Grande. Tiger Woods lo hizo a los 43 años en el 2019 en el Masters de Augusta y con condiciones físicas muy inferiores a las que tiene hoy Rory. Cada historia es diferente y más allá de que Rory vuelva a ganar o no un Mayor, seguirá siendo cada torneo de este tipo el favorito del público.

DE COROLARIO. Ha sorprendido a propios y extraños los vídeos que ha subido Novak Djokovic haciendo rehabilitación después de su operación de rodilla. ¿Se repetirá la hazaña de Franco Baresi en el Mundial de Estados Unidos 1994, quien regresó a jugar la final después de haber sido operado en pleno Mundial? Por lo pronto Novak no ha dicho que no, y con el extraordinario físico que posee, está haciendo hasta lo imposible para recuperarse en menos de tres semanas lo que para cualquier otro ser humano, sea atleta o no, le tomaría por lo menos cuatro semanas o un mes.

Rafael Nadal ya anunció que no jugará Wimbledon y que se concentrará en los Juegos Olímpicos a jugarse en la arcilla de Roland Garros. En dobles hará pareja con Carlos Alcaraz, por lo que se espera que esos boletos se coticen más caros que una final de Wimbledon.

Ya como jugador del Real Madrid, Kylian Mbappé parece haber aprendido las mañas de los merengues, y en su partido de Eurocopa contra Austria fue patético verlo caminar tranquilamente hacia el exterior de la cancha para que de repente se tirara en plena cancha como si no pudiera sostenerse de pie por un golpe que tenía en la nariz. Todo con el propósito de hacer tiempo y que el árbitro pitara el final del partido.


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De victorias y derrotas, 2024

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Lo que nos dejó Roland Garros 2024

Para mi querido José Antonio Mata.

Tuvieron que pasar 20 años para que en una Final de Roland Garros no apareciera el nombre de Roger Federer, Rafael Nadal o NovakDjokovic. En estos 20 años sólo una vez ganó alguien diferente a ellos: Stan Wawrinka a NovakDjokovic en 2016. Pero este 2024 ha sido realmente el año del cambio generacional, cuando en Australia se impuso el italiano JannikSinner, nuevo número uno del ranking mundial a partir de este lunes, y ahora en Paris se hizo vencedor el español Carlos Alcaraz.

Para lograr esta faena, el murciano tuvo que derrotar en cinco sets en la Semifinales al italiano Sinner y en la Final, requirió también de otros cinco sets para vencer al alemán Alexander Zverev, quien dicho sea de paso, a sus 27 años todavía no puede ganar un Grand Slam, no obstante que desde hace diez años se dijo que era el siguiente fenómeno del tenis mundial. Lo hecho por Zverev es muy meritorio, ya que hace dos años tuvo una grave lesión que puso en riesgo su carrera y lo tuvo inactivo durante meses, teniendo que volver a competir sin un buen ranking, lo cual ocasionó que tuviera que enfrentarse durante meses a los mejores tenistas del mundo en las primeras rondas, y no en las últimas instancias como era propio de un tenista que estaba en los primeros lugares del ranking mundial hasta antes de su lesión.

Esta misma circunstancia le cobró factura a Rafael Nadal en toda su gira de arcilla, incluyendo el propio Roland Garros, en donde en primera ronda le tocó enfrentarse al propio Alexander Zverev quien venía de ganar el Masters 1000 de Roma. No contento con tener que enfrentarse en la primera ronda al número cuatro del ranking mundial, Nadal tuvo que hacerlo en las condiciones más desventajosas para su juego: en su estadio techado por la lluvia y con frío, algo que impide que la pelota le corra más, situación que por supuesto le terminó pasando factura.

¿Qué hubiera pasado con un Rafael Nadal con su ranking habitual dentro de los primeros del mundo? Primero que nada se hubiera evitado a Zverev y a cualquier otro de este calibre hasta la instancia de Cuartos de final. Para ese entonces habría recuperado el matchplay que le hacía falta por tanta inactividad, y hubiera llegado el sol y el aire libre que tanto le favorece a su juego, porque el buen clima llegó hasta la segunda semana del torneo.

Nadal pagó ahora el costo de lo que padecieron durante 20 años todos sus rivales: tener que enfrentarlo en la primera o segunda ronda en un torneo y por ende, tener que regresar a casa antes de tiempo. La derrota de Nadal contra Zverev en primera ronda, constituyó apenas su cuarto revés en casi 20 años de trayectoria, algo que será irrepetible para cualquier otro tenista en la historia de Roland Garros.

Aunque es un consuelo banal, Rafa podrá “presumir” que sus vencedores en las únicas cuatro ocasiones en las que perdió, dos llegaron a la Final del torneo ( Zverev y Soderling ) y el otro se agenció el título: Djokovic en 2015 y 2021.

Por lo que toca al campeón, Alcaraz se convirtió en el tenista más joven en ganar en tres superficies diferentes en un Grand Slam, ya que Federer y Djokovic tuvieron el gran inconveniente de Nadal en la arcilla, sin embargo Alcaraz ha logrado imponerse en las canchas duras del US OPEN, en el pasto de Wimbledon, así como ahora en la arcilla parisina de Roland Garros.

Aunque es también el tenista más joven en tener tres Grand Slam, se ve muy difícil, por no decir que casi imposible, que “Carlitos” pueda repetir la hazaña de Federer, Nadal o Djokovic de ganar 20 o más Grand Slam. A su corta edad, el español se ha perdido ya varios torneos por lesión, algo que no debería suceder en un joven de 21 años. Se podría entender en el caso de un Djokovic de 37 años o un Rafa de 38, pero no en alguien tan fuerte y con tanto futuro por delante como Alcaraz.

En el caso del serbio fue lamentable ver que se tuviera que retirar del torneopor lesión sin embargo como lo comenté en columnas anteriores, Djokovic no es el del año pasado. Citando al brillante analista deportivo de artes marciales mixtas de Fox Sports, Mario Delgado, a Nole le ha pasado como a los boxeadores “De una pelea a otra se puede a veces reconocer el principio de una tendencia hacia abajo, que cuando comienza el declive es imposible contenerlo, el cuerpo cambia y no hay forma de regresar a la forma anterior.”

Lo dije por primera vez en marzo cuando perdió en Indian Wells, puede ser el comienzo de su ocaso. En Montecarlo se vio exhausto físicamente y en Roma fue por primera vez evidente que le habían dejado de tener pavor al enfrentarlo. Ahora en Roland Garros, tuvo dos partidos seguidos de cinco sets, de un enorme desgaste físico y mental. El primero, ante Lorenzo Musetti en donde además tuvo el inconveniente de terminar hasta las tres de la madrugada del día siguiente, sólo para que en su siguiente partido, los organizadores lo programaran de día, con un sol sofocante y obvio con menos tiempo de descanso o recuperación.

Aunque volvió a vencer en este nuevo partido a cinco sets, en esta ocasión al argentino Cerundolo, Djokovic terminó pagando la factura de tanto esfuerzo. Un día después de esta épica victoria, el serbio anunció que tenía roto un menisco de la rodilla y que tendría que pasar por el quirófano para poder regresar a las canchas.

Esta operación seguramente lo ha dejado fuera ya de Wimbledon, por lo que no podrá defender la Final del año pasado. La gran interrogante es si podrá competir en los Juegos Olímpicos de Paris de este verano, algo que en principio suena también poco probable. Muchos analistas deportivos dicen que es el único palmarés que le falta para poder decir que en su carrera ganó todo.

Creo que ha ganado todo, porque la medalla olímpica no es referente para poder compararlo con un Grand Slam. De entrada no se juega a tres de cinco sets, el evento acontece una sola vez cada cuatro años, y siempre se termina empalmado con la preparación para un Grand Slam o con la conclusión de uno de estos, lo cual para alguien que suele ganarlos, por supuesto que le afecta.

Recordemos a Djokovic viajando para jugar en las canchas duras de Tokio, con un cambio de horario terrible, después de ganar en el pasto de Wimbledon, cuando además venía de ganar en la arcilla de Roland Garros un mes atrás. Seguramente si esos Juegos Olímpicos se hubieran jugado en Atlanta en lugar de Tokio, y Nole no hubiera tenido el desgaste de ganar dos Grand Slam previos, Djokovic lo habría ganado sin problema.

Ahora solo nos queda esperar a Wimbledon. Y por primera vez también en más de 20 años vamos a tener una Final sin Federer, Nadal o Djokovic, en donde los favoritos serán los dos ganadores del Grand Slam de este año: JannikSinner y Carlos Alcaraz. No veo a otro alzando el trofeo de campeón. Así de fácil.


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De victorias y derrotas, 2024

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La diferencia entre un campeón y un gran atleta o equipo

Para Hans Baumgartner.

¿Cuántas veces hemos escuchado de algún atleta o equipo que se quedaron a nada de vencer al campeón vigente o el sembrado uno de un gran torneo? ¿Cuántas veces hemos escuchado argumentos referidos a la mala suerte que tuvieron o a la fortuna del rival? Más aún, ¿cuántas veces hemos escuchado la frase “la suerte del campeón”?

El sábado tuvimos dos ejemplos claros de ello, tanto a nivel individual como en equipo. Por un lado, fuimos testigos de cómo el Borussia Dortmund dominó ampliamente al Real Madrid durante el primer tiempo de la Final de la Champions, así como en los primeros 20 minutos del segundo tiempo; sin embargo, por una u otra razón, no pudo hacerlo ver en el marcador. El Madrid supo aguantar, tuvo paciencia y en un tiro de esquina derivado de un regalo de la defensa del Borussia, anotó el gol que le dio el título.

Después de irse abajo en el marcador, el equipo alemán dejó de ser el protagonista del encuentro y fue notorio que era más fácil ver caer el segundo gol del Madrid que el empate por parte del Borussia. ¿Cuántas veces ha hecho esto antes el Real Madrid en la Champions? El Dortmund terminó pagando el precio de no tener experiencia en este tipo de encuentros, y el Madrid dejó claro que no es de a gratis que sea considerado el Rey de Europa.

El otro caso fue en Roland Garros, donde Novak Djokovic volvió a derrotar al italiano Lorenzo Musetti en otro partido a cinco sets entre estos dos jugadores. En este caso, Musetti después de estar dos sets a uno por encima del serbio, e ir 2-1 arriba en el cuarto set, solo volvió a ganar un game por 11 de Nole, para terminar perdiendo 6/0 el quinto set ante un jugador de 37 años. Este partido, dicho sea de paso, terminó a las tres de la madrugada, lo cual lo convierte en el juego que más tarde ha terminado en la historia de Roland Garros.

Al igual que el Dortmund, Musetti tuvo el control del partido durante toda la primera parte; sin embargo, una vez que el serbio le rompió el saque en el cuarto set, el italiano nunca pudo recuperarse.

Esa es la diferencia entre un campeón y un gran atleta. Al final, los campeones siempre encuentran la manera de ganar, aún y cuando no estén en su mejor día. El Dortmund no se pudo recuperar de un gol en contra, Musetti de un quiebre en el cuarto set, pero por el otro lado, tanto el Real Madrid como Djokovic, no obstante que se veían totalmente rebasados en algún momento de sus respectivos partidos, ambos sabían que sólo necesitaban la más mínima oportunidad o error del rival, para darle la vuelta al partido, y lo hicieron.

Los campeones tienen al final esa habilidad para saber manejar la adversidad, más allá de sus capacidades físicas. Pueden mantener la concentración durante la mayor parte del partido, saben aguantar la presión y pueden gestionar mejor la fatiga o el cansancio, tanto físico como mental.

El atleta puede tener grandes golpes, pensemos en el tenis: cuántas veces hemos escuchado decir que tiene un saque demoledor, una derecha perfecta, un revés de antología, un físico envidiable, etcétera, pero de qué sirve todo eso si a la primera de cambio se dejan caer o no pueden con la presión. Esto es, uno puede ser atleta o un gran atleta únicamente con grandes aptitudes físicas y técnicas.

Por eso, en el caso de los niños vale la pena no presionarlos desde pequeños con los resultados, porque en edades tempranas lo importante ahí sí es desarrollar la técnica y lo físico. Ya habrá tiempo para formar campeones más adelante, pero de chicos no hay que dejarse llevar por el buen o mal resultado de un torneo. Son muchísimos los que jugará y serán muy variables los resultados del mismo en diferentes épocas.

En su etapa juvenil Roger Federer nunca pudo ganarle a Lleyton Hewitt y el australiano llegó antes que Federer a ser uno del ranking mundial y a ganar un Grand Slam. Al final es por todos sabido como terminó esa historia. Roger ganó 18 Grand Slams más que Hewitt y fue número uno del mundo durante 310 semanas por 80 del australiano.

De igual forma de pequeño Rafael Nadal no podía con Richard Gasquet, y aunque el francés también jugó este año su vigésimo primer Roland Garros seguido, Gasquet nunca pudo ganar un Grand Slam ni estar entre los mejores cinco del mundo.

Obvio tanto, Gasquet como Hewitt fueron grandes tenistas y se pueden considerar como campeones al haber logrado grandes resultados en el tenis, pero más allá de eso, el enfoque en este caso va en relación a que las etapas de cada persona son muy distintas.

A nivel equipo tiene una connotación diferente, pero en el caso del futbol muchas veces está asociado a lo que se conoce como “el peso de la camiseta”. Brasil, Argentina, Alemania son selecciones que muchas veces pareciera que están contra la pared y algo sucede que le dan la vuelta al marcador. Y, por el contrario, existen selecciones que tienen Ligas muy sólidas, como Inglaterra, pero que tiene más de 50 años sin obtener un gran título en el futbol.

Por lo pronto sólo queda felicitar tanto al Real Madrid como a Novak Djokovic por lo logrado este fin de semana. Ambos volvieron a demostrar por qué están considerados como los mejores en su terreno y los fanáticos del deporte volvieron a vibrar con vibrantes partidos.

COROLARIO: Ferrari y McLaren sabrán darle pelea a Red Bull por lo que resta del campeonato. Verstappen seguirá siendo el rival a vencer y, como dice esta colaboración, es el campeón que siempre encuentra la manera de ganar, pero a partir de ahora necesitará como el Real Madrid o Novak Djokovic todo su talento y capacidad para poder agenciarse su cuarto título seguido de pilotos.


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El inminente adiós de Nadal y el no tan lejano de Djokovic

Para mi querido Daniel Goñi

Esta semana nos tocó ver algo insólito en el Masters 1000 de Roma que presagia dos hechos para este año: el primero: el inminente adiós de Rafael Nadal; el segundo, el fin de la era Djokovic como el amo y señor del tenis.

En el caso de Rafael Nadal, aunque le queda el Abierto de Francia y los Juegos Olímpicos de Paris,  ambos a desarrollarse en el mismo complejo tenístico sobre polvo de ladrillo, el poseedor de 14 Roland Garros y 81 victorias consecutivas sobre esta superficie, no pudo ganar más de dos partidos seguidos en toda su gira de arcilla.

A sus casi 38 años, Rafael Nadal le da instrucciones a un cuerpo que ya no le hace caso, que ya no puede más.  Su partido de esta semana ante el polaco Hubert Hurkacz en el Masters 1000 de Roma, sólo hizo evidente que el español ya no tiene las aptitudes físicas para ganar un torneo de este nivel. Como gira de despedida, y por el cariño de un público que se le sigue rindiendo en cada presentación ha valido la pena, pero para un guerrero de 22 Grand Slams, debe ser muy difícil tener que ceder ante rivales que hace un par de años, no le representaban el menor obstáculo.

¿Debió retirarse en el pináculo de su carrera, cuando ganó su décimo cuarto Roland Garros en 2022?  En retrospectiva tendríamos que decir que sí, pero creo que es condición del ser humano, y más de un luchador como Nadal, no rendirse jamás. En la memoria colectiva podríamos citar a un sinfín de boxeadores que terminaron retirándose sólo cuando fueron noqueados en los primeros rounds, cuando en el pasado hubiera sido imposible que perdieran y menos bajo esas circunstancias.

Lo mismo ha pasado con futbolistas que pasaron de ser buscados por los mejores equipos del mundo ha quedarse en la banca en conjuntos de menor categoría;  beisbolistas que triunfaron en las Grandes Ligas y terminaron sus carreras en ligas locales de sus propios países, y así podríamos citar en prácticamente todas las disciplinas deportivas.

Rafael Nadal aún retirado seguirá siendo referente como lo es hoy Roger Federer para los siguientes diez años como mínimo. La Academia de Tenis Rafael Nadal se ha consolidado cuando tenistas de la talla de Alex de Minaur o Casper Ruud asisten a sus instalaciones a entrenar.  La presencia permanente de Toni Nadal en dicha Academia también le ha dado un prestigio por encima de muchas otras que llevan años tratando de construir un legado.

Puedo imaginarme perfecto a Rafa Nadal entregando el trofeo de Roland Garros en los próximos años,  teniendo el palco de honor en cualquier Grand Slam que se presente como espectador, analista o invitado especial. Haciendo exhibiciones o siendo embajador de causas altruistas por todo el mundo. Alguna vez un Ministro de Deportes de España me dijo que si Rafael Nadal quisiera, ganaría cualquier elección popular en la que participara. En pocas palabras no tiene límite u obstáculo para nada fuera de una pista de tenis. El dolor o reto está sólo en donde se le dio todo: la cancha.

El caso de Djokovic tiene un tratamiento aparte. Hace algunas columnas referí que su derrota en Indian Wells podría ser el principio del fin de su reinado.  Sostuve que no fue un mal día, sino que había llegado la hora en donde los jugadores le habían perdido ya ese respeto abrumador que les hacía entrar prácticamente derrotados a la cancha.

En Mónaco se le vio fatigado y ganando con mucho esfuerzo cada uno de sus partidos.  Ayer en Roma fue superado por un tenista latinoamericano que si bien es cierto jugó el partido de su vida, también lo es que mucho fue por saber que Novak ya no era el gigante del año pasado.

Y aunque los medios y el propio Djokovic refieran que tuvo que ver algo el incidente en donde fue golpeado por un termo metálico  con agua que le cayó en la cabeza al firmar un autógrafo, lo cierto es que no ha ganado todavía un torneo en este 2024.

Cuando Djokovic ganó Australia, Roland Garros y el US OPEN en 2023, logrando su vigésimo cuarto Grand Slam,  los analistas del tenis pronosticaron que podría llegar incluso a los 30. Con un físico envidiable, practicante de yoga, meditación, con dietas estrictas tipo Cristiano Ronaldo, con una mentalidad implacable y la experiencia de haber ganado tantas finales durante casi dos décadas, eran argumentos más que suficientes para que nadie lo pusiera en duda, inclusive tomando en consideración su edad (está a días de cumplir 37 años).

Sin embargo, el 2024 ha sido la otra cara de la moneda. Pensar en un retiro suena impensable hoy para el serbio, sobre todo porque este año pareciera estar reservado para Nadal.  Pero derivado de lo que ha sucedido este año, de su rol como padre y el propio cansancio de tantos años teniendo que demostrar que es el mejor del mundo, no me sorprendería en lo absoluto que el 2025 sea ahora la gira del adiós para Novak Djokovic.

Lo único que podría romper con este pronóstico sería que ganara al menos un Grand Slam, pero si tuviera que apostar en estos momentos por ello,  diría que sólo le veo posibilidades en Wimbledon, y eso depende de que tanto se quiera preparar para los Juegos Olímpicos de Paris, único palmarés que no ha ganado por la dificultad de estar en tu mejor momento en una coyuntura que sólo se da cada cuatro años, y que casi siempre coincide en fechas con la cercanía de un Grand Slam.

Como última reflexión, valdría la pena añadir que los dos dignos sucesores de Rafael Nadal y Novak Djokovic, que serían en este caso Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, los dos no pudieron jugar el Masters 1000 de Roma  por estar lesionados y se duda que puedan llegar en su mejor nivel a Roland Garros. Si dos jóvenes de 21 y 22 años no han podido mantenerse sanos y apenas estamos en Mayo, que podemos esperar de dos gigantes de 38 y 37 años que cuelgan bajo sus espaldas más de 20 años de estarse enfrentando a los mejores tenistas del mundo.


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¿Es Canelo el Verstappen del box?

Max Verstappen es hoy por hoy el piloto más dominante que existe en la Fórmula Uno. Tricampeón mundial, desde el año pasado gana prácticamente todas las carreras.  Sin embargo, a pesar de este dominio, tiene sus detractores los cuales han sido enfáticos en señalar que el gran número de victorias de los últimos dos años, obedecen más al auto que tiene que a su propia capacidad como piloto.

Lo mismo ha pasado con Saúl 'Canelo' Álvarez, campeón absoluto de todos los organismos de box en las 168 libras. Como Verstappen, aunque es imbatible en su categoría, muchos han cuestionado su reinado señalando que no tiene el mismo mérito que tuvo en su momento un Julio César Chávez, ya que es el propio Canelo quien decide a quien se enfrenta y en qué peso, en cada una de sus peleas.

Esas consideraciones han generado un debate interesante para cada uno de ellos. En el caso de Max Verstappen, el hecho de que su coequipero Sergio “Checo” Pérez no pueda replicar el dominio que ejerce Max,  ha ocasionado que cada vez se le discuta menos y se le reconozca más a Verstappen como el mejor piloto del mundo.

En el caso del Canelo, no se tenía algo tan evidente que pudiera despejar cualquier duda de que efectivamente es el mejor boxeador del mundo en su categoría.  El Canelo necesitaba una victoria en igualdad de circunstancias ante un rival que tuviera todas las credenciales para poder retarlo, y ese era Jaime Munguía, un boxeador mexicano que estaba invicto en sus 43 peleas como profesional y que venía de noquear al excampeón de la categoría John Ryder, un americano que se le puso al tú por tú al Canelo y en donde el jalisciense sólo pudo derrotarlo por decisión.

Y el Canelo dio una demostración que ahora si no dejó lugar a dudas, ya que no solo ganó, sino que lo hizo de manera clara y contundente, dejando ver a Jaime Munguía un escalón por debajo de él, cuando antes de la pelea, muchos decían que había llegado el momento del relevo generacional entre ambos.

Y en esta pelea, no fue que Munguía haya tenido un mal día o que no fuera todo lo que se decía de él antes, fue simplemente que la “juventud” no pudo con la experiencia, la voluntad no pudo con la clase, y las ganas no pudieron con la fortaleza mental y ecuanimidad del tapatío.T odo esto demostró que los que pensaron que Munguía era superior y derrotaría al Canelo, estaban muy equivocados.

Es posible que el Canelo, sin llegar al extremo de Mayweather, decidió que su camino no sería como el de Juan Manuel Márquez, Erick Morales, Juan Antonio Barrera o el Travieso Arce, quienes se distinguieron por ser auténticos fajadores que salían a romperse el alma, a pelear con la nariz rota, ensangrentados y después de haber pisado la lona una o más veces, levantarse para darle la vuelta a una pelea que se veía perdida, de esas que hoy las recordamos como épicas a nivel de leyenda.

No, el Canelo impuso o creó su propio estilo, ese de tener los pies bien plantados en el cuadrilátero y pegando sólo cuando se tiene que pegar sin dejarse ir a lo loco o de una manera precipitada. Nunca ha buscado un knockoutmilagrosoaunque se sienta en desventaja.  No le afecta que sus rivales terminen de pie y que sea el sonido de un micrófono el que deje saber que ha ganado la pelea.

El tema es qué al mexicano en sí, no le gusta este estilo porque no es una lucha contra la adversidad, no es ir contracorriente, no es el clásico grito de “sí se puede.”  Las adversidades del Canelo fueron en su infancia, no en su momento de mayor esplendor dentro de un cuadrilátero. A diferencia de muchos otros boxeadores, el Canelo supo construir una empresa con su nombre, aprendió a administrar su tiempo y su legado, pero sobre todo entendió que la salud y la racionalidad están por encima de los aplausos de una noche de fiesta de boxeo.

¿Podremos decir que el Canelo es el mejor boxeador mexicano de la historia? ¿Podremos decir que es mejor que Julio César Chávez, por no citar peleadores de antaño como Salvador Sánchez o el “Púas” Olivares? Probablemente la gran mayoría dirá que no, pero creo que mucho obedece a lo que dije antes. Canelo sería como Cristiano Ronaldo, alguien hecho a base de mucho trabajo duro, disciplina, esfuerzo, método y obvio habilidades. Julio Cesar Chávez sería un Maradona, aquél que tiene todo el talento del mundopero que se dejó de esforzar y por tanto no llevó al límite sus propias habilidades.

Canelo supo dedicarle horas y horas a lo mismo con mucha determinación.  Supo que el talento en algún momento le iba a fallar, pero tiene demasiado trabajo, como Cristiano Ronaldo o el propio Max Verstappen.

En el caso de Jaime Munguía, por supuesto que es un grandísimo peleador y sus mejores peleas seguramente todavía están por venir, pero el haber sido vencido de una manera tan evidente marcará una pausa en su camino, porque hoy no tiene los argumentos para pedir una revancha. Si tuviéramos que hacer una analogía, Canelo fue Verstappen y Munguía fue Checo Pérez. Canelo fue Novak Djokovic y Munguía fue Casper Ruud. Canelo fue ScottieScheffler y Munguía fue Colin Morikawa.

Por todo esto, y como lo dijo el propio Canelo después de su victoria del sábado, ahora si se puede dar el lujo de volver a escoger su rival, porque ahora sí calló muchas bocas. Si no hubiera peleado con el invicto Jaime Munguía, muchos hubieran señalado que sólo le rehuía bajo el pretexto de no querer enfrentarse a un peleador mexicano.

Ahora dicen que le rehúye a Carlos Benavidez. En lo personal lo considero arrogante y oportunista. Merecía más Munguía por ser calidad humana, ser mexicano, haber noqueado al ex campeón John Ryder y estar invicto.  Seguramente se dará esa pelea, pero Canelo ya la puede hacer sólo por el gusto de callar a este bocón y no a millones de espectadores que hasta antes de su pelea de este sábado, lo subestimaron.


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De victorias y derrotas, 2024

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¿Hasta dónde debe llegar el sacrificio de los padres en el deporte?

Para toda la familia Maymon

Hace tiempo me tocó conocer a un papá que se fue a vivir por cuestiones de trabajo a Estados Unidos.  Su hijo era muy destacado en México en su deporte, pero ante la falta de apoyo, competencia y demás, lo abandonó. Paradojas de la vida, a donde llegaron a establecerse, vivía uno de los mejores entrenadores del mundo en el deporte que practicaba su hijo. Ante dicha oportunidad, el hijo volvió a entrenar y competir. En menos de dos años, ya se destacaba como uno de los diez mejores a nivel nacional.

La historia era perfecta hasta que al papá lo llamaron de nueva cuenta a trabajar en México.

El hijo deportista se opuso a regresar, pero los demás hermanos y su propia madre sentían que ya habían cumplido su ciclo en Estados Unidos. Extrañaban a sus familiares y amigos, el apoyo de personal en las labores del hogar, la comida, etc.  Cuando el padre me platicó la historia me dijo que su hijo no le perdonó el haberse regresado.

En este caso, la familia no se fue al extranjero a que su hijo triunfara en el deporte. Pero hay muchos casos en donde si lo hacen, y el sacrificio no solo es para el atleta que entrena y compite, sino para la familia completa que invierte todo su tiempo y dinero para que alguno de sus hijos alcance el sueño de ser profesional.

Hay un sinfín de historias donde sábados, domingos, días festivos y periodos vacacionales durante años, fue ir a los torneos o partidos de alguno de los hijos, acompañados la mayoría de las veces de los hermanos porque no había con quien dejarlos. Lo que inició como una ilusión al paso del tiempo se empieza a transformar en un sinnúmero de emociones.

Cuando se gana, parece que escoger el camino ha sido fácil, pero cuando llegan las rachas de las derrotas,  pareciera que todo ha sido en vano, y los reclamos, conflictos y momentos de duda o incertidumbre se empiezan a hacer presente a cada momento.

¿Qué pasa entonces? Qué la ilusión ya no es suficiente, que el dinero empieza a escasear ante tanto torneo y salida,  que los hermanos han crecido y quieren tener una vida diferente a ser espectadores de las victorias o derrotas del hermano atleta. Y ahí la familia en su conjunto tiene que tomar una decisión.

Primero dejan de viajar todos para enfocarse en que solo el padre o la madre acompañe al hijo que compite.  Después, si se tienen los recursos económicos, llega el momento de “soltar” al niño y mandarlo a una academia lejos de la familia. Y existe el último caso en donde en aras de que alcance la gloria alguno de los hijos, toda la familia se sacrifica.

En estos casos, se inserta una presión adicional al hijo, mucho más fuerte que ganar o perder un partido en un torneo.  Porque ahora ya no solo se juega el pase a la siguiente ronda, sino la justificación y la razón de que sus padres hicieron lo correcto al dejar todo por él o ella.

Y es aquí donde surge la pregunta que motiva esta columna ¿Hasta dónde se debe acompañar este sueño y hasta donde debe llegar el sacrificio de los padres? ¿Qué implicaciones tiene para los demás miembros de la familia quienes, sin deberla ni temerla, su infancia y adolescencia se convirtió en ser espectadores de todas y cada una de las competencias de alguno de sus hermanos? ¿En qué momento este sueño puede convertirse en una obsesión infructuosa sin punto de retorno?

Estas preguntas me llevan a una primera conclusión: No basta que sea sólo el sueño del menor, si este no es compartido por los padres.  Y de la misma manera, no es suficiente el deseo de los padres, si éste no está acompañado del mismo deseo por parte del hijo.

Cuando la fijación es sólo de los padres, el hijo competirá hasta que tenga la edad suficiente para “tirar la toalla” y decirles que no vuelve a ir a un entrenamiento o a clasificarse a un torneo. Pero cuando la obsesión es del menor, entonces si es una gran interrogante saber cuál es el límite.

Yo soy uno de esos padres que lo vivo y me lo cuestiono de manera recurrente, porque tengo tres hijos que compiten en tres disciplinas diferentes en torneos Nacionales. Tuve la suerte que una de mis hijas terminara el año como número uno del país en su categoría, otra que calificó a un Mundial  y representará a México en menos de tres meses en Butami, Georgia, y otro hijo que, aunque todavía no ha ganado, se ha destacado siempre en los torneos donde ha participado.

Por ellos, me quedé sin fines de semana y sin fechas de vacaciones, porque siempre hay alguno que compite.  Y cuando platico de ellos casi siempre la pregunta que me hacen es ¿Hasta dónde quieres que lleguen o cuál es la meta? ¿Qué estás dispuesto a sacrificar para que lo puedan lograr?

Y en esas conversaciones, una cantidad considerable de padres, conocidos o amigos en común me han platicado un sinfín de anécdotas de sacrificios que hicieron ellos o algún conocido en el afán de que sus hijos triunfaran.

Yo a todos les he dicho que me gustaría que pudieran alcanzar una buena beca en una universidad de prestigio en el extranjero como una primera meta.  Cuando he dicho esto nadie me lo discute, sin embargo he escuchado decir a varios entrenadores y a uno que otro papá cuando hablan de algún chico en particular “Sí es muy bueno, pero es conformista, sólo se quiere ir becado a una buena universidad.”

Desde mi punto de vista, a diferencia de épocas pasadas, la universidad y el profesionalismo ya no se anteponen sino por el contrario. Hace algunos años había que optar entre seguir los estudios universitarios o dedicarse a ser profesional, porque a los 23 años acababas la carrera y a los 28 los atletas se retiraban.

En la actualidad, con los nuevos planes de estudio, junto con los avances en la ciencia, puedes terminar la universidad a los 21 y competir hasta arriba de los 35 años sin ningún problema (Quien podrá decir que en un futuro no muy lejano esto se pueda ampliar hasta arriba de los 40 años o más). Por eso digo que el primer objetivo debe ser terminar la universidad y después si eres muy muy bueno, la consecuencia lógica será el profesionalismo,  pero no te debe de correr prisa o urgencia, hay tiempo para todo.

Por lo anterior, sostendría que si el sueño y la obsesión es compartida entre padres e hijos, no desistas, pero disfrútalo.  Si no estás dispuesto a dejar unas vacaciones en la playa por asistir a un torneo en las condiciones que he narrado en columnas anteriores, este camino no es para ti.

La felicidad no tiene que ser la misma para todos, a algunos se los dará el ver brillar a sus hijos en la televisión,  a otros lograr una beca universitaria, para algunos más podrá bastar con haberlos alejado de los vicios en su infancia o adolescencia. Pero si al final amaste el proceso, cualquiera de ellos habrá valido la pena.


Importante

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De victorias y derrotas, 2024

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