La Guardia Suiza Pontificia, encargada de la seguridad de el Vaticano –la Santa Sede-, así como del mismísimo Papa, fue fundada el 22 de enero de 1506 por el Papa Julio II, quien solicitó la incorporación de soldados al entonces confederado Estado Suizo.

Fueron 150 soldados suizos los que llegaron a Roma para servir como protectores del Papa y del Vaticano, precedidos por su fama de ser leales, valientes y disciplinados.

Han pasado 500 años en los que ininterrumpidamente esto soldados suizos prestan servicio al Papa, cinco siglos en los que han afrontado guerras, invasiones y cambios políticos de toda índole.

Tiempo después de la fundación de la Guardia Suiza Pontificia su valor fue puesto a prueba y, desde luego, sus integrantes no decepcionaron; se trató del llamado el Saqueo de Roma en el año 1527.

Cuanta la historia que solo 42 soldados suizos sobrevivieron a la agresión del emperador Carlos V, logrando poder a salvo al Papa Clemente VII, quien se refugió en el Castillo de Sant’Angelo.

Desde luego cada uno de los soldados que integran la famosísima Guardia Suiza Pontificia debe pasar por un riguroso sistema selectivo; entre otros requisitos se deben cumplir los aspirantes:

El uniforme que porta la Guardia Suiza, que es de rayas azules, rojas y amarillas, remite a un profundo sentido ceremonial; de otra época, pues, para que en sí mismo cuente su añeja historia.

Este uniforme fue diseñado en el siglo XIX, inspirado por la moda renacentista de la época. Eso sí, cada pieza es realizada a mano y a la medida para cada uno de los soldados.