Juana Catalina Romero Egaña, empresaria y benefactora que marcó la historia del Istmo de Tehuantepec
Juana Catalina Romero Egaña, empresaria y benefactora que marcó la historia del Istmo de Tehuantepec
Su espíritu emprendedor, tenacidad y habilidad política destacaron en una de las épocas más convulsas de Oaxaca y México.
Su espíritu emprendedor, tenacidad y habilidad política destacaron en una de las épocas más convulsas de Oaxaca y México.
Juana Catalina Romero Egaña, nació en noviembre de 1837, en Tehuantepec, Oaxaca; fue hija de Juan José Romero y María Clara Egaña. Su padre cultivaba la tierra y trabajaba un telar primitivo, su madre elaboraba cigarros de hoja.
Cuando estalló la Guerra de Reforma y llegó a Tehuantepec, liberales y conservadores se alternaban la ocupación de la región. El ejército liberal se había acuartelado en el Convento de Santo Domingo, en la villa de Tehuantepec, hasta donde llegaban las istmeñas para vender diferentes productos y Juana era una de ellas; ofrecía además sus conocimientos medicinas basados en hierbas medicinales.
Juanacata, como cariñosamente se le conocía, desarrolló grandes habilidades comunicativas, a pesar de no haber asistido a la escuela. Esa habilidad le permitió saber tratar con ambos bandos.
En enero de 1858, el presidente Benito Juárez designó al capitán Porfirio Díaz para hacerse cargo como jefe político y militar del Istmo de Tehuantepec, con la encomienda de derrotar a los conservadores en esa región.
Díaz ya conocía las habilidades políticas de Juanacata -quien se declaró liberal y juarista- y las aprovechó para que proveyera información de las fuerzas conservadoras. A sus 21 años Juana Catalina ya poseía una pequeña fortuna, y hasta llegó a cubrir el pago de la nómina de las tropas de Porfirio.
Juanacata, empresaria exitosa
Estableció una fábrica de puros y cigarros en Tehuantepec y buscó industrializar el tabaco, así que con la ayuda del ahora coronel Porfirio Díaz logró que el presidente Juárez la apoyara con un viaje a Cuba, para aprender sobre la manufactura del tabaco, el puro y el cigarrillo.
A su regreso estableció su fábrica de puros y cigarros, convirtiéndose en la primera mujer empresaria industrial del continente americano; también emprendió en el cultivo de caña y producción de azúcar.
Más tarde estableció varios locales comerciales en toda la región del Istmo de Tehuantepec; vendía sus productos de tabaco, abarrotes, artículos para el hogar, ropa y abrió un negocio de importación europea.
Compró la Finca Santa Clara, cambiándole el nombre por Santa Teresa. Aprovechó los adelantos tecnológicos para modernizar la agricultura y mejoró el nivel de vida de sus muchos trabajadores.
En 1904, la azúcar molida Santa Teresa de Jesús ganó una medalla de plata en la Exposición Universal de San Luis Missouri y en 1908 en el concurso mundial de azúcar celebrado en Londres, Inglaterra.
En 1907 inauguró La Istmeña, tienda en la que vendía artículos traídos de diversos estados del país, pero además del mundo; por ejemplo, telas, perfumes, adornos caseros europeos entre otros que llegaban vía el puerto de Veracruz.
Contribución con la religión
Para 1867 acudió a la Arquidiócesis de Oaxaca con el arzobispo Eulogio Gillow y Zavalza para solicitar más párrocos e iglesias en la zona del istmo, Gillow respondió creando la Diócesis del Istmo y envía al obispo José Mora y al sacerdote Alberto Cajigas para reforzar la labor religiosa.
Entonces el obispo Mora se percató de que ella aún no sabía leer ni escribir y fue quien se encargó de enseñarle; incluso con él aprendió conceptos básicos de la aritmética.
Financió la intervención de la Catedral de Tehuantepec, cuyo piso fue dotado con mármol de Carrara; también la restauración de la Capilla de San Pedro, la barda del panteón del Refugio, que dotó con un gran portón de hierro, además de obras como los anexos al mercado central, el apoyo a la construcción del Palacio Municipal y el embellecimiento del Zócalo.
Benefactora de la educación
En 1892 estableció en Tehuantepec la escuela para varones llamada San Luis Gonzaga y otra para niñas. En 1904 financió los gastos de personal médico y paramédico en auxilio de los afectados por la epidemia de viruela.
En 1905, Porfirio Díaz acudió al Istmo a inaugurar el Ferrocarril. En aquel acto presidencial, Juana Catalina lo recibió organizando una serenata con la banda de música que estrenaba instrumentos financiados por ella, ocasión para la cual las familias más destacadas acompañaron a la benefactora de Tehuantepec.
En 1906 contribuyó a la educación de las jóvenes de la región invitando a las monjas Josefinas, con gastos pagados, para hacerse cargo de esa labor y estableció un dormitorio para estudiantes.
Juana Catalina Romero Egaña murió el 19 de octubre de 1915, en Orizaba Veracruz, en un viaje que hacía a la Ciudad de México.
Únete a nuestro canal de WhatsApp y entérate desde tu dispositivo móvil de las noticias más relevantes de Oaxaca, sus regiones, México y el mundo; política, economía, deportes, espectáculos, columnas, tendencias y más.

