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¿Es Canelo el Verstappen del box?

Max Verstappen es hoy por hoy el piloto más dominante que existe en la Fórmula Uno. Tricampeón mundial, desde el año pasado gana prácticamente todas las carreras.  Sin embargo, a pesar de este dominio, tiene sus detractores los cuales han sido enfáticos en señalar que el gran número de victorias de los últimos dos años, obedecen más al auto que tiene que a su propia capacidad como piloto.

Lo mismo ha pasado con Saúl 'Canelo' Álvarez, campeón absoluto de todos los organismos de box en las 168 libras. Como Verstappen, aunque es imbatible en su categoría, muchos han cuestionado su reinado señalando que no tiene el mismo mérito que tuvo en su momento un Julio César Chávez, ya que es el propio Canelo quien decide a quien se enfrenta y en qué peso, en cada una de sus peleas.

Esas consideraciones han generado un debate interesante para cada uno de ellos. En el caso de Max Verstappen, el hecho de que su coequipero Sergio “Checo” Pérez no pueda replicar el dominio que ejerce Max,  ha ocasionado que cada vez se le discuta menos y se le reconozca más a Verstappen como el mejor piloto del mundo.

En el caso del Canelo, no se tenía algo tan evidente que pudiera despejar cualquier duda de que efectivamente es el mejor boxeador del mundo en su categoría.  El Canelo necesitaba una victoria en igualdad de circunstancias ante un rival que tuviera todas las credenciales para poder retarlo, y ese era Jaime Munguía, un boxeador mexicano que estaba invicto en sus 43 peleas como profesional y que venía de noquear al excampeón de la categoría John Ryder, un americano que se le puso al tú por tú al Canelo y en donde el jalisciense sólo pudo derrotarlo por decisión.

Y el Canelo dio una demostración que ahora si no dejó lugar a dudas, ya que no solo ganó, sino que lo hizo de manera clara y contundente, dejando ver a Jaime Munguía un escalón por debajo de él, cuando antes de la pelea, muchos decían que había llegado el momento del relevo generacional entre ambos.

Y en esta pelea, no fue que Munguía haya tenido un mal día o que no fuera todo lo que se decía de él antes, fue simplemente que la “juventud” no pudo con la experiencia, la voluntad no pudo con la clase, y las ganas no pudieron con la fortaleza mental y ecuanimidad del tapatío.T odo esto demostró que los que pensaron que Munguía era superior y derrotaría al Canelo, estaban muy equivocados.

Es posible que el Canelo, sin llegar al extremo de Mayweather, decidió que su camino no sería como el de Juan Manuel Márquez, Erick Morales, Juan Antonio Barrera o el Travieso Arce, quienes se distinguieron por ser auténticos fajadores que salían a romperse el alma, a pelear con la nariz rota, ensangrentados y después de haber pisado la lona una o más veces, levantarse para darle la vuelta a una pelea que se veía perdida, de esas que hoy las recordamos como épicas a nivel de leyenda.

No, el Canelo impuso o creó su propio estilo, ese de tener los pies bien plantados en el cuadrilátero y pegando sólo cuando se tiene que pegar sin dejarse ir a lo loco o de una manera precipitada. Nunca ha buscado un knockoutmilagrosoaunque se sienta en desventaja.  No le afecta que sus rivales terminen de pie y que sea el sonido de un micrófono el que deje saber que ha ganado la pelea.

El tema es qué al mexicano en sí, no le gusta este estilo porque no es una lucha contra la adversidad, no es ir contracorriente, no es el clásico grito de “sí se puede.”  Las adversidades del Canelo fueron en su infancia, no en su momento de mayor esplendor dentro de un cuadrilátero. A diferencia de muchos otros boxeadores, el Canelo supo construir una empresa con su nombre, aprendió a administrar su tiempo y su legado, pero sobre todo entendió que la salud y la racionalidad están por encima de los aplausos de una noche de fiesta de boxeo.

¿Podremos decir que el Canelo es el mejor boxeador mexicano de la historia? ¿Podremos decir que es mejor que Julio César Chávez, por no citar peleadores de antaño como Salvador Sánchez o el “Púas” Olivares? Probablemente la gran mayoría dirá que no, pero creo que mucho obedece a lo que dije antes. Canelo sería como Cristiano Ronaldo, alguien hecho a base de mucho trabajo duro, disciplina, esfuerzo, método y obvio habilidades. Julio Cesar Chávez sería un Maradona, aquél que tiene todo el talento del mundopero que se dejó de esforzar y por tanto no llevó al límite sus propias habilidades.

Canelo supo dedicarle horas y horas a lo mismo con mucha determinación.  Supo que el talento en algún momento le iba a fallar, pero tiene demasiado trabajo, como Cristiano Ronaldo o el propio Max Verstappen.

En el caso de Jaime Munguía, por supuesto que es un grandísimo peleador y sus mejores peleas seguramente todavía están por venir, pero el haber sido vencido de una manera tan evidente marcará una pausa en su camino, porque hoy no tiene los argumentos para pedir una revancha. Si tuviéramos que hacer una analogía, Canelo fue Verstappen y Munguía fue Checo Pérez. Canelo fue Novak Djokovic y Munguía fue Casper Ruud. Canelo fue ScottieScheffler y Munguía fue Colin Morikawa.

Por todo esto, y como lo dijo el propio Canelo después de su victoria del sábado, ahora si se puede dar el lujo de volver a escoger su rival, porque ahora sí calló muchas bocas. Si no hubiera peleado con el invicto Jaime Munguía, muchos hubieran señalado que sólo le rehuía bajo el pretexto de no querer enfrentarse a un peleador mexicano.

Ahora dicen que le rehúye a Carlos Benavidez. En lo personal lo considero arrogante y oportunista. Merecía más Munguía por ser calidad humana, ser mexicano, haber noqueado al ex campeón John Ryder y estar invicto.  Seguramente se dará esa pelea, pero Canelo ya la puede hacer sólo por el gusto de callar a este bocón y no a millones de espectadores que hasta antes de su pelea de este sábado, lo subestimaron.


Importante

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión
y no necesariamente reflejan la postura editorial de Oaxaca Informa.

¿Es Canelo el Verstappen del box?

Max Verstappen es hoy por hoy el piloto más dominante que existe en la Fórmula Uno. Tricampeón mundial, desde el año pasado gana prácticamente todas las carreras.  Sin embargo, a pesar de este dominio, tiene sus detractores los cuales han sido enfáticos en señalar que el gran número de victorias de los últimos dos años, obedecen más al auto que tiene que a su propia capacidad como piloto.

Lo mismo ha pasado con Saúl 'Canelo' Álvarez, campeón absoluto de todos los organismos de box en las 168 libras. Como Verstappen, aunque es imbatible en su categoría, muchos han cuestionado su reinado señalando que no tiene el mismo mérito que tuvo en su momento un Julio César Chávez, ya que es el propio Canelo quien decide a quien se enfrenta y en qué peso, en cada una de sus peleas.

Esas consideraciones han generado un debate interesante para cada uno de ellos. En el caso de Max Verstappen, el hecho de que su coequipero Sergio “Checo” Pérez no pueda replicar el dominio que ejerce Max,  ha ocasionado que cada vez se le discuta menos y se le reconozca más a Verstappen como el mejor piloto del mundo.

En el caso del Canelo, no se tenía algo tan evidente que pudiera despejar cualquier duda de que efectivamente es el mejor boxeador del mundo en su categoría.  El Canelo necesitaba una victoria en igualdad de circunstancias ante un rival que tuviera todas las credenciales para poder retarlo, y ese era Jaime Munguía, un boxeador mexicano que estaba invicto en sus 43 peleas como profesional y que venía de noquear al excampeón de la categoría John Ryder, un americano que se le puso al tú por tú al Canelo y en donde el jalisciense sólo pudo derrotarlo por decisión.

Y el Canelo dio una demostración que ahora si no dejó lugar a dudas, ya que no solo ganó, sino que lo hizo de manera clara y contundente, dejando ver a Jaime Munguía un escalón por debajo de él, cuando antes de la pelea, muchos decían que había llegado el momento del relevo generacional entre ambos.

Y en esta pelea, no fue que Munguía haya tenido un mal día o que no fuera todo lo que se decía de él antes, fue simplemente que la “juventud” no pudo con la experiencia, la voluntad no pudo con la clase, y las ganas no pudieron con la fortaleza mental y ecuanimidad del tapatío.T odo esto demostró que los que pensaron que Munguía era superior y derrotaría al Canelo, estaban muy equivocados.

Es posible que el Canelo, sin llegar al extremo de Mayweather, decidió que su camino no sería como el de Juan Manuel Márquez, Erick Morales, Juan Antonio Barrera o el Travieso Arce, quienes se distinguieron por ser auténticos fajadores que salían a romperse el alma, a pelear con la nariz rota, ensangrentados y después de haber pisado la lona una o más veces, levantarse para darle la vuelta a una pelea que se veía perdida, de esas que hoy las recordamos como épicas a nivel de leyenda.

No, el Canelo impuso o creó su propio estilo, ese de tener los pies bien plantados en el cuadrilátero y pegando sólo cuando se tiene que pegar sin dejarse ir a lo loco o de una manera precipitada. Nunca ha buscado un knockoutmilagrosoaunque se sienta en desventaja.  No le afecta que sus rivales terminen de pie y que sea el sonido de un micrófono el que deje saber que ha ganado la pelea.

El tema es qué al mexicano en sí, no le gusta este estilo porque no es una lucha contra la adversidad, no es ir contracorriente, no es el clásico grito de “sí se puede.”  Las adversidades del Canelo fueron en su infancia, no en su momento de mayor esplendor dentro de un cuadrilátero. A diferencia de muchos otros boxeadores, el Canelo supo construir una empresa con su nombre, aprendió a administrar su tiempo y su legado, pero sobre todo entendió que la salud y la racionalidad están por encima de los aplausos de una noche de fiesta de boxeo.

¿Podremos decir que el Canelo es el mejor boxeador mexicano de la historia? ¿Podremos decir que es mejor que Julio César Chávez, por no citar peleadores de antaño como Salvador Sánchez o el “Púas” Olivares? Probablemente la gran mayoría dirá que no, pero creo que mucho obedece a lo que dije antes. Canelo sería como Cristiano Ronaldo, alguien hecho a base de mucho trabajo duro, disciplina, esfuerzo, método y obvio habilidades. Julio Cesar Chávez sería un Maradona, aquél que tiene todo el talento del mundopero que se dejó de esforzar y por tanto no llevó al límite sus propias habilidades.

Canelo supo dedicarle horas y horas a lo mismo con mucha determinación.  Supo que el talento en algún momento le iba a fallar, pero tiene demasiado trabajo, como Cristiano Ronaldo o el propio Max Verstappen.

En el caso de Jaime Munguía, por supuesto que es un grandísimo peleador y sus mejores peleas seguramente todavía están por venir, pero el haber sido vencido de una manera tan evidente marcará una pausa en su camino, porque hoy no tiene los argumentos para pedir una revancha. Si tuviéramos que hacer una analogía, Canelo fue Verstappen y Munguía fue Checo Pérez. Canelo fue Novak Djokovic y Munguía fue Casper Ruud. Canelo fue ScottieScheffler y Munguía fue Colin Morikawa.

Por todo esto, y como lo dijo el propio Canelo después de su victoria del sábado, ahora si se puede dar el lujo de volver a escoger su rival, porque ahora sí calló muchas bocas. Si no hubiera peleado con el invicto Jaime Munguía, muchos hubieran señalado que sólo le rehuía bajo el pretexto de no querer enfrentarse a un peleador mexicano.

Ahora dicen que le rehúye a Carlos Benavidez. En lo personal lo considero arrogante y oportunista. Merecía más Munguía por ser calidad humana, ser mexicano, haber noqueado al ex campeón John Ryder y estar invicto.  Seguramente se dará esa pelea, pero Canelo ya la puede hacer sólo por el gusto de callar a este bocón y no a millones de espectadores que hasta antes de su pelea de este sábado, lo subestimaron.


Importante

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión
y no necesariamente reflejan la postura editorial de Oaxaca Informa.

¿Hasta dónde debe llegar el sacrificio de los padres en el deporte?

Para toda la familia Maymon

Hace tiempo me tocó conocer a un papá que se fue a vivir por cuestiones de trabajo a Estados Unidos.  Su hijo era muy destacado en México en su deporte, pero ante la falta de apoyo, competencia y demás, lo abandonó. Paradojas de la vida, a donde llegaron a establecerse, vivía uno de los mejores entrenadores del mundo en el deporte que practicaba su hijo. Ante dicha oportunidad, el hijo volvió a entrenar y competir. En menos de dos años, ya se destacaba como uno de los diez mejores a nivel nacional.

La historia era perfecta hasta que al papá lo llamaron de nueva cuenta a trabajar en México.

El hijo deportista se opuso a regresar, pero los demás hermanos y su propia madre sentían que ya habían cumplido su ciclo en Estados Unidos. Extrañaban a sus familiares y amigos, el apoyo de personal en las labores del hogar, la comida, etc.  Cuando el padre me platicó la historia me dijo que su hijo no le perdonó el haberse regresado.

En este caso, la familia no se fue al extranjero a que su hijo triunfara en el deporte. Pero hay muchos casos en donde si lo hacen, y el sacrificio no solo es para el atleta que entrena y compite, sino para la familia completa que invierte todo su tiempo y dinero para que alguno de sus hijos alcance el sueño de ser profesional.

Hay un sinfín de historias donde sábados, domingos, días festivos y periodos vacacionales durante años, fue ir a los torneos o partidos de alguno de los hijos, acompañados la mayoría de las veces de los hermanos porque no había con quien dejarlos. Lo que inició como una ilusión al paso del tiempo se empieza a transformar en un sinnúmero de emociones.

Cuando se gana, parece que escoger el camino ha sido fácil, pero cuando llegan las rachas de las derrotas,  pareciera que todo ha sido en vano, y los reclamos, conflictos y momentos de duda o incertidumbre se empiezan a hacer presente a cada momento.

¿Qué pasa entonces? Qué la ilusión ya no es suficiente, que el dinero empieza a escasear ante tanto torneo y salida,  que los hermanos han crecido y quieren tener una vida diferente a ser espectadores de las victorias o derrotas del hermano atleta. Y ahí la familia en su conjunto tiene que tomar una decisión.

Primero dejan de viajar todos para enfocarse en que solo el padre o la madre acompañe al hijo que compite.  Después, si se tienen los recursos económicos, llega el momento de “soltar” al niño y mandarlo a una academia lejos de la familia. Y existe el último caso en donde en aras de que alcance la gloria alguno de los hijos, toda la familia se sacrifica.

En estos casos, se inserta una presión adicional al hijo, mucho más fuerte que ganar o perder un partido en un torneo.  Porque ahora ya no solo se juega el pase a la siguiente ronda, sino la justificación y la razón de que sus padres hicieron lo correcto al dejar todo por él o ella.

Y es aquí donde surge la pregunta que motiva esta columna ¿Hasta dónde se debe acompañar este sueño y hasta donde debe llegar el sacrificio de los padres? ¿Qué implicaciones tiene para los demás miembros de la familia quienes, sin deberla ni temerla, su infancia y adolescencia se convirtió en ser espectadores de todas y cada una de las competencias de alguno de sus hermanos? ¿En qué momento este sueño puede convertirse en una obsesión infructuosa sin punto de retorno?

Estas preguntas me llevan a una primera conclusión: No basta que sea sólo el sueño del menor, si este no es compartido por los padres.  Y de la misma manera, no es suficiente el deseo de los padres, si éste no está acompañado del mismo deseo por parte del hijo.

Cuando la fijación es sólo de los padres, el hijo competirá hasta que tenga la edad suficiente para “tirar la toalla” y decirles que no vuelve a ir a un entrenamiento o a clasificarse a un torneo. Pero cuando la obsesión es del menor, entonces si es una gran interrogante saber cuál es el límite.

Yo soy uno de esos padres que lo vivo y me lo cuestiono de manera recurrente, porque tengo tres hijos que compiten en tres disciplinas diferentes en torneos Nacionales. Tuve la suerte que una de mis hijas terminara el año como número uno del país en su categoría, otra que calificó a un Mundial  y representará a México en menos de tres meses en Butami, Georgia, y otro hijo que, aunque todavía no ha ganado, se ha destacado siempre en los torneos donde ha participado.

Por ellos, me quedé sin fines de semana y sin fechas de vacaciones, porque siempre hay alguno que compite.  Y cuando platico de ellos casi siempre la pregunta que me hacen es ¿Hasta dónde quieres que lleguen o cuál es la meta? ¿Qué estás dispuesto a sacrificar para que lo puedan lograr?

Y en esas conversaciones, una cantidad considerable de padres, conocidos o amigos en común me han platicado un sinfín de anécdotas de sacrificios que hicieron ellos o algún conocido en el afán de que sus hijos triunfaran.

Yo a todos les he dicho que me gustaría que pudieran alcanzar una buena beca en una universidad de prestigio en el extranjero como una primera meta.  Cuando he dicho esto nadie me lo discute, sin embargo he escuchado decir a varios entrenadores y a uno que otro papá cuando hablan de algún chico en particular “Sí es muy bueno, pero es conformista, sólo se quiere ir becado a una buena universidad.”

Desde mi punto de vista, a diferencia de épocas pasadas, la universidad y el profesionalismo ya no se anteponen sino por el contrario. Hace algunos años había que optar entre seguir los estudios universitarios o dedicarse a ser profesional, porque a los 23 años acababas la carrera y a los 28 los atletas se retiraban.

En la actualidad, con los nuevos planes de estudio, junto con los avances en la ciencia, puedes terminar la universidad a los 21 y competir hasta arriba de los 35 años sin ningún problema (Quien podrá decir que en un futuro no muy lejano esto se pueda ampliar hasta arriba de los 40 años o más). Por eso digo que el primer objetivo debe ser terminar la universidad y después si eres muy muy bueno, la consecuencia lógica será el profesionalismo,  pero no te debe de correr prisa o urgencia, hay tiempo para todo.

Por lo anterior, sostendría que si el sueño y la obsesión es compartida entre padres e hijos, no desistas, pero disfrútalo.  Si no estás dispuesto a dejar unas vacaciones en la playa por asistir a un torneo en las condiciones que he narrado en columnas anteriores, este camino no es para ti.

La felicidad no tiene que ser la misma para todos, a algunos se los dará el ver brillar a sus hijos en la televisión,  a otros lograr una beca universitaria, para algunos más podrá bastar con haberlos alejado de los vicios en su infancia o adolescencia. Pero si al final amaste el proceso, cualquiera de ellos habrá valido la pena.


Importante

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión
y no necesariamente reflejan la postura editorial de Oaxaca Informa.

¿Hasta dónde debe llegar el sacrificio de los padres en el deporte?

Para toda la familia Maymon

Hace tiempo me tocó conocer a un papá que se fue a vivir por cuestiones de trabajo a Estados Unidos.  Su hijo era muy destacado en México en su deporte, pero ante la falta de apoyo, competencia y demás, lo abandonó. Paradojas de la vida, a donde llegaron a establecerse, vivía uno de los mejores entrenadores del mundo en el deporte que practicaba su hijo. Ante dicha oportunidad, el hijo volvió a entrenar y competir. En menos de dos años, ya se destacaba como uno de los diez mejores a nivel nacional.

La historia era perfecta hasta que al papá lo llamaron de nueva cuenta a trabajar en México.

El hijo deportista se opuso a regresar, pero los demás hermanos y su propia madre sentían que ya habían cumplido su ciclo en Estados Unidos. Extrañaban a sus familiares y amigos, el apoyo de personal en las labores del hogar, la comida, etc.  Cuando el padre me platicó la historia me dijo que su hijo no le perdonó el haberse regresado.

En este caso, la familia no se fue al extranjero a que su hijo triunfara en el deporte. Pero hay muchos casos en donde si lo hacen, y el sacrificio no solo es para el atleta que entrena y compite, sino para la familia completa que invierte todo su tiempo y dinero para que alguno de sus hijos alcance el sueño de ser profesional.

Hay un sinfín de historias donde sábados, domingos, días festivos y periodos vacacionales durante años, fue ir a los torneos o partidos de alguno de los hijos, acompañados la mayoría de las veces de los hermanos porque no había con quien dejarlos. Lo que inició como una ilusión al paso del tiempo se empieza a transformar en un sinnúmero de emociones.

Cuando se gana, parece que escoger el camino ha sido fácil, pero cuando llegan las rachas de las derrotas,  pareciera que todo ha sido en vano, y los reclamos, conflictos y momentos de duda o incertidumbre se empiezan a hacer presente a cada momento.

¿Qué pasa entonces? Qué la ilusión ya no es suficiente, que el dinero empieza a escasear ante tanto torneo y salida,  que los hermanos han crecido y quieren tener una vida diferente a ser espectadores de las victorias o derrotas del hermano atleta. Y ahí la familia en su conjunto tiene que tomar una decisión.

Primero dejan de viajar todos para enfocarse en que solo el padre o la madre acompañe al hijo que compite.  Después, si se tienen los recursos económicos, llega el momento de “soltar” al niño y mandarlo a una academia lejos de la familia. Y existe el último caso en donde en aras de que alcance la gloria alguno de los hijos, toda la familia se sacrifica.

En estos casos, se inserta una presión adicional al hijo, mucho más fuerte que ganar o perder un partido en un torneo.  Porque ahora ya no solo se juega el pase a la siguiente ronda, sino la justificación y la razón de que sus padres hicieron lo correcto al dejar todo por él o ella.

Y es aquí donde surge la pregunta que motiva esta columna ¿Hasta dónde se debe acompañar este sueño y hasta donde debe llegar el sacrificio de los padres? ¿Qué implicaciones tiene para los demás miembros de la familia quienes, sin deberla ni temerla, su infancia y adolescencia se convirtió en ser espectadores de todas y cada una de las competencias de alguno de sus hermanos? ¿En qué momento este sueño puede convertirse en una obsesión infructuosa sin punto de retorno?

Estas preguntas me llevan a una primera conclusión: No basta que sea sólo el sueño del menor, si este no es compartido por los padres.  Y de la misma manera, no es suficiente el deseo de los padres, si éste no está acompañado del mismo deseo por parte del hijo.

Cuando la fijación es sólo de los padres, el hijo competirá hasta que tenga la edad suficiente para “tirar la toalla” y decirles que no vuelve a ir a un entrenamiento o a clasificarse a un torneo. Pero cuando la obsesión es del menor, entonces si es una gran interrogante saber cuál es el límite.

Yo soy uno de esos padres que lo vivo y me lo cuestiono de manera recurrente, porque tengo tres hijos que compiten en tres disciplinas diferentes en torneos Nacionales. Tuve la suerte que una de mis hijas terminara el año como número uno del país en su categoría, otra que calificó a un Mundial  y representará a México en menos de tres meses en Butami, Georgia, y otro hijo que, aunque todavía no ha ganado, se ha destacado siempre en los torneos donde ha participado.

Por ellos, me quedé sin fines de semana y sin fechas de vacaciones, porque siempre hay alguno que compite.  Y cuando platico de ellos casi siempre la pregunta que me hacen es ¿Hasta dónde quieres que lleguen o cuál es la meta? ¿Qué estás dispuesto a sacrificar para que lo puedan lograr?

Y en esas conversaciones, una cantidad considerable de padres, conocidos o amigos en común me han platicado un sinfín de anécdotas de sacrificios que hicieron ellos o algún conocido en el afán de que sus hijos triunfaran.

Yo a todos les he dicho que me gustaría que pudieran alcanzar una buena beca en una universidad de prestigio en el extranjero como una primera meta.  Cuando he dicho esto nadie me lo discute, sin embargo he escuchado decir a varios entrenadores y a uno que otro papá cuando hablan de algún chico en particular “Sí es muy bueno, pero es conformista, sólo se quiere ir becado a una buena universidad.”

Desde mi punto de vista, a diferencia de épocas pasadas, la universidad y el profesionalismo ya no se anteponen sino por el contrario. Hace algunos años había que optar entre seguir los estudios universitarios o dedicarse a ser profesional, porque a los 23 años acababas la carrera y a los 28 los atletas se retiraban.

En la actualidad, con los nuevos planes de estudio, junto con los avances en la ciencia, puedes terminar la universidad a los 21 y competir hasta arriba de los 35 años sin ningún problema (Quien podrá decir que en un futuro no muy lejano esto se pueda ampliar hasta arriba de los 40 años o más). Por eso digo que el primer objetivo debe ser terminar la universidad y después si eres muy muy bueno, la consecuencia lógica será el profesionalismo,  pero no te debe de correr prisa o urgencia, hay tiempo para todo.

Por lo anterior, sostendría que si el sueño y la obsesión es compartida entre padres e hijos, no desistas, pero disfrútalo.  Si no estás dispuesto a dejar unas vacaciones en la playa por asistir a un torneo en las condiciones que he narrado en columnas anteriores, este camino no es para ti.

La felicidad no tiene que ser la misma para todos, a algunos se los dará el ver brillar a sus hijos en la televisión,  a otros lograr una beca universitaria, para algunos más podrá bastar con haberlos alejado de los vicios en su infancia o adolescencia. Pero si al final amaste el proceso, cualquiera de ellos habrá valido la pena.


Importante

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión
y no necesariamente reflejan la postura editorial de Oaxaca Informa.

¿Por qué no se permite el coaching en el tenis?

Para Toni Nadal

En la final del US OPEN femenil de 2018 entre Serena Williams y Naomi Osaka, el Juez de Silla le impuso un warning (amonestación verbal) a Williams por estar recibiendo “coaching” por parte de su entonces entrenador, el famoso Patrick Mouratoglou. En aquella final Serena Williams, totalmente fuera de sí, increpó al árbitro y le dijo:  “Yo no hago trampas para ganar. Preferiría perder. Me debes una disculpa; yo nunca he hecho trampa en mi vida. Eres un ladrón y un mentiroso”,  además de decirle que era sexista, que ella era madre, que no era el ejemplo que le daría a su hija recién nacida, y varios chantajes más, que al final no le sirvieron de nada.

Después el propio Patrick Mouratoglou dejaría en ridículo a Williams al aceptar qué sí lo hizo, y fue más allá:  “El coaching no está autorizado, pero todos lo hacen. Si tú eres quien respeta las normas te sientes en desventaja. El 90% de los entrenadores buscamos formas de comunicarnos con nuestros tenistas durante el partido, y los jueces de silla solo te avisan si es algo descarado; entonces, procuramos ser más discretos… Si hice coaching. Sentía que Serena estaba perdida y necesitaba mi ayuda. Mañana volvería a hacerlo. Creo que esta regla debe cambiar.”

Después de estas declaraciones y muchos incidentes más, a mediados de 2022 la ATP (Asociación de Tenistas Profesionales) autorizó el “coaching”, entendiendo a éste, omo lo que ya pasaba de todas formas: “Frases cortas si el jugador estaba de tu lado, y señas si estaba del otro lado de la cancha”, sin ir más allá.

Cuando esto pasó, todos los padres que tenemos hijos en el circuito infantil y juvenil de tenis pensamos que la Federación haría lo propio, y que también terminaríamos con la simulación y los pleitos entre muchos padres en los torneos de los hijos. La lógica nos decía que si Serena Williams, próxima a ganar 24 Grand Slams, necesitaba la ayuda de su entrenador, con mayor razón la necesitaría un niño de 8 años que apenas sostiene una raqueta, o un niño de 10 o 12 años que sabe pegarle a la pelota pero que no tiene la menor idea de lo que es una estrategia.

¿No se supondría que a esta edad más bien los deberíamos formar? ¿Qué tan grave sería decirle a un niño de 12 años que lleva tres horas adentro de una cancha de tenis, solo, que aguante, que no tire el partido, que ha entrenado mucho para ese momento, que tiene el juego para sacar el partido, que se atreva a soltar sus golpes, etc, etc, etc.”

En el futbol hay un entrenador que le está diciendo a cada jugador que baje, que ataque, que defienda mejor, que se coordine con este o con el otro, etc.  Lo mismo pasa en el beisbol, en el basquet, en el volibol. En el padel, tan de moda hoy, hay un coach tipo Copa Davis, que en los cambios de lado, platica con ambos jugadores. En el golf hay un caddie que no sólo te da las distancias o caídas, sino que te puede asesorar y platicar absolutamente de cualquier tema durante el recorrido en campo.

¿Quién pensó que lo correcto en el tenis era que nadie te dirigiera la palabra en una competencia en donde puedes estar hasta cinco horas aislado de todos los demás?  Hay cientos de videos en la Laver Cup en donde Federer o Nadal le explican a algún jugador de Europa como jugar y de qué manera actuar durante el partido. ¿Por qué ahí nadie se opuso? ¿Por qué no dijeron que era contra las reglas? Simplemente porque era más raitingpara la televisión e ingresos para todos.

En los Nacionales de Tenis donde juega mi hija he visto un sinfín de discusiones entre padres,  algunas a punto de llegar a los golpes, porque una parte argumenta que la otra está haciendo “coaching” a la rival de su hija.

Ese “coaching” va desde frases muy genéricas, hasta temas más puntuales. También he visto niñas que se van al baño al terminar el set, sólo para que esté ahí su mamá esperándolas para darles instrucciones.  Algunas buscan la manera de ver su teléfono o reloj en donde pueden recibir mensajes, etc.

Cada que pasa eso, me pregunto por qué no vamos más allá del cambio limitado de la ATP y hacemos una prueba de ensayo-error a ver cómo podría funcionar tener a un coach en los cambios de lado, o al terminar el set, y que pudiera haber un intercambio más fluido entre el entrenador y jugador.  La razón va más allá de favorecer a quien sea más receptivo a esto, o al que tenga mejor entrenador, sino se sustenta en formar al jugador en esta etapa temprana de su vida.

Lo peor que podría pasar es que no funcione.  Pero nada será peor a lo que pasa en la actualidad. ¿Por qué no nos atrevemos a innovar? De la misma manera, de años atrás, siempre he sostenido que las muertes súbitas las llevaría todas a 10 puntos y no a siete como es en la actualidad. De la misma manera, no haría el tie-break hasta el 6-6, sino que lo aplicaría desde el 5-5.

Cuántos sets hemos visto que duran más de una hora, y se resuelven en menos de cuatro o cinco minutos en un tie-break, la mayoría de las veces por uno o dos errores no forzados.

De la misma manera en los 40 iguales. Cuando he preguntado el porqué del famoso punto de oro en el dobles, o en el torneo de consolación, o en la categoría de menores de 10 años, la respuesta fue: “No queremos tantos 40 iguales porque se alargan mucho los partidos.” Ok, ¿Y no han pensado en que tengas máximo dos 40 iguales y al tercero sea punto de oro?

La única regla que cambiaron en el tenis infantil fue la más estúpida, “que ya no haya net”, y que si un servicio toca la red y apenas cae del otro lado de la cancha,  haciéndole imposible al que recibe llegar a devolverlo, es punto a favor del que saca. Cuando pregunté la razón de esa medida tan absurda, fue que “en el tenis colegial muchos argumentan en los saques muy fuertes que la pelota rozó la red y que no tienen árbitros para validarlo o no.” Ok, ¿Y no pudieron pensar que esa medida solo aplica si la pelota no bota dos veces en el cuadro de servicio?

El tenis, como muchos otros deportes deben cambiar sus reglas, hacerlo más moderno, justo y entretenido. Cada que me encuentro a Mikel Arreola, presidente de la Liga de Futbol en México, le digo lo mismo: “En los partidos que terminen en empate se deberían ir a penales, y el que gane quedarse con dos puntos y el que pierda solo con uno. Si ganas por tres goles o más a un rival que sea de los primeros de la tabla o que lo hagas de visitante, en lugar de obtener tres puntos deberían darle cuatro, y así varios supuestos más”.

En el mismo tenis recuerdo que había puntos adicionales en el ranking cuando alguien le ganaba a un top ten del mundo. Hay muchísimos cambios que se pueden realizar en beneficio de todos. Sólo es tema de atreverse.  Ojalá un día podamos ver que se concretan. Estoy seguro que en este caso en particular, beneficiaria al tenis y a la convivencia durante todo el año de cientos de papás, niños y entrenadores.


Importante

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión
y no necesariamente reflejan la postura editorial de Oaxaca Informa.

¿Por qué perdió Kansas City?

Chiefs llegó al Super Bowl con el mejor quarterback de la liga, junto con el mejor coach y el mejor coordinador defensivo, pero esta temporada no fueron estas credenciales lo que los llevaron al último juego.

¿Por qué perdió Kansas City?

Chiefs llegó al Super Bowl con el mejor quarterback de la liga, junto con el mejor coach y el mejor coordinador defensivo, pero esta temporada no fueron estas credenciales lo que los llevaron al último juego.

¿Se puede triunfar en México o hay que salir al extranjero? Parte 1

Para Gabriel Robinson El Chilpetín

Suele pasar que cuando unos padres tienen a un hijo que se destaca como el mejor o uno de los mejores tenistas infantiles o juveniles en México, y así lo presentan a amigos y conocidos en algún encuentro casual, el primer comentario que reciben de éstos es “Te lo tienes que llevar al extranjero. Aquí se va a estancar”.

Esta frase o argumento ¿Es percepción o realidad? ¿Por qué llevamos más de treinta años sin tener a un tenista profesional entre los primeros 50 del ranking mundial? ¿Qué hemos hecho mal? ¿Estamos condenados al fracaso o hay solución? ¿Qué podemos hacer cada uno desde nuestra trinchera?

Desde mi punto de vista son varios los factores que inciden por lo que se tiene que analizar desde una perspectiva integral. Para esta columna desarrollaré sólo uno de ellos. En dos o tres colaboraciones más, podré exponer los demás.

Primero. Jugar tenis puede ser barato, competir al máximo nivel es caro. Pongo un ejemplo. Tu ranking a nivel nacional en la categoría de 12 años es la suma de tus mejores siete torneos. Eso significa que tendrás que viajar mínimo siete semanas al año (lo normal es jugar de 7 a 12 torneos al año).

En este supuesto estarías pagando al menos 50 días de hotel, ya que cada torneo es en un estado de la República diferente (SLP, Querétaro, Edomex, Jalisco, Puebla, Yucatán, etc). Pero si ya estás dentro de los mejores del país y estos torneos son tan importantes, es probable que a la par de viajar con tu familia, te acompañe un entrenador o coach, por lo que ya estaríamos hablando de pagar mínimo 100 noches de hotel.

Cien días fuera de casa, equivalen a 300 comidas por persona (desayuno, comida y cena), multiplicado por papá, mamá, uno o dos hermanos (en esas categorías los jugadores suelen tener hermanos más pequeños o inclusive algún otro que compite también), más el entrenador, ya estaríamos hablando de 1,200 a 1,800 comidas durante estos torneos.

A esto hay que sumarle el sueldo del entrenador, boletos de avión, taxis, o si lo haces por tierra, casetas, gasolina, estacionamientos, más encordados, pelotas, bebidas hidratantes durante el entrenamiento y los partidos, el pago de árbitros y un largo de etcéteras más.

Todo este sacrificio en tiempo, dinero y esfuerzo, podríamos pensar que más que un gasto es una inversión si estás compitiendo al máximo nivel durante estas siete semanas. Sin embargo, esta situación que acontece para los de ranking medio o bajo, no lo es para los mejores cuando son muy superiores al resto.

Hoy por hoy, el número uno de la categoría de 12 años, tanto en hombres como en mujeres en México (Patricio Álvarez y Renata Pacheco) no tienen rival que ponga en peligro su jerarquía. Por lo que se podría afirmar que toda esta competencia, a los dos mejores exponentes de nuestro país, no los está haciendo mejores ni los está llevando al siguiente nivel.

Al quedarles “chica” la categoría de 12 años, el lector pensará que lo lógico es subirlo a la siguiente de 14 años. Sin embargo, la Federación no lo ve así, ya que para ellos el tenista que sube de categoría ya no puede regresar a la suya. En una analogía boxística, si dejaste la división de semicompletos para hacer una pelea en peso completo, nunca más puedes regresar a tu peso natural. Ante un riesgo tan alto y con una incertidumbre tan grande, más que premiar o motivar el intento, se castiga la osadía.

Entonces estos jugadores, que no tienen mayor competencia en su categoría, se mantendrán ganando con facilidad sin exigirse de más. El enorme potencial y talento del que gozan es suficiente para coronarse. Pero a esta edad ganar no significa mejorar. Y es aquí cuando uno recuerda la frase dicha al principio de esta columna “Se tienen que ir al extranjero porque aquí se van a estancar”.

¿Qué podemos hacer entonces para que estas promesas del futuro no se estanquen sino que por el contrario, mejoren y en lugar de uno o dos, tengamos diez o veinte?

Bajo la lógica de Ensayo/Error, lo primero que haría sería permitir que los jugadores puedan subir de categoría para poder medirse con rivales más fuertes, sin la condicionante de tener que abandonar definitivamente su categoría original.

Obvio se tendría que hacer de manera ordenada, siguiendo ciertas reglas, exponiendo ante un Comité Técnico de la Federación los razonamientos que justifican dicha solicitud.

Ejemplo. “En mi estado, región o sección no existe un solo jugador entre los primeros 20 del ranking nacional. Solicito autorización para subirme en estos torneos de categoría sin tener acceso a puntos del ranking nacional.”

La Federación podría contestar algo así como “Se autorizan estos torneos, por estar tal número de jugadores con estos rankings y por tener el solicitante estos scores en los últimos X meses. Dependiendo de los resultados del mismo, se someterá a evaluación las siguientes solicitudes. El jugador tendrá que presentarse a los Nacionales en su categoría hasta nuevo aviso.”

¿Qué es lo peor que podría pasar? a) El jugador se da cuenta que no tiene el nivel para subir de categoría y se regresa a la suya;  b) El jugador tiene el nivel para competir con más grandes y de manera definitiva abandona la categoría inferior; o c) El jugador tiene la posibilidad de tener mayor competencia sin necesidad de hacer viajes tan largos al ser los torneos cerca de su lugar de residencia.

Algún otro lector dirá “Pues que se ponga de acuerdo con los jugadores de la categoría de arriba y que jueguen algunos partidos de entrenamiento, y que ahí mida si se debe de subir o no”.

En principio tendría cierta lógica, pero no es suficiente. Porque en entrenamiento puedes medir ciertos golpes, alcance, fuerza o resistencia, pero para ganar y ser campeón se necesita “saber jugar los puntos importantes”, “poder cerrar partidos de mucha intensidad” en pocas palabras tener mucha “cabeza o mente” y esa sólo se adquiere con la verdadera competencia en un torneo, no en partidos de práctica.

¿Qué otros factores inciden en el desarrollo de un tenista en edades tempranas? Eso lo veremos en la siguiente columna, Parte II y Parte III.


Importante

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión
y no necesariamente reflejan la postura editorial de Oaxaca Informa.

¿Se puede triunfar en México o hay que salir al extranjero? Parte 1

Para Gabriel Robinson El Chilpetín

Suele pasar que cuando unos padres tienen a un hijo que se destaca como el mejor o uno de los mejores tenistas infantiles o juveniles en México, y así lo presentan a amigos y conocidos en algún encuentro casual, el primer comentario que reciben de éstos es “Te lo tienes que llevar al extranjero. Aquí se va a estancar”.

Esta frase o argumento ¿Es percepción o realidad? ¿Por qué llevamos más de treinta años sin tener a un tenista profesional entre los primeros 50 del ranking mundial? ¿Qué hemos hecho mal? ¿Estamos condenados al fracaso o hay solución? ¿Qué podemos hacer cada uno desde nuestra trinchera?

Desde mi punto de vista son varios los factores que inciden por lo que se tiene que analizar desde una perspectiva integral. Para esta columna desarrollaré sólo uno de ellos. En dos o tres colaboraciones más, podré exponer los demás.

Primero. Jugar tenis puede ser barato, competir al máximo nivel es caro. Pongo un ejemplo. Tu ranking a nivel nacional en la categoría de 12 años es la suma de tus mejores siete torneos. Eso significa que tendrás que viajar mínimo siete semanas al año (lo normal es jugar de 7 a 12 torneos al año).

En este supuesto estarías pagando al menos 50 días de hotel, ya que cada torneo es en un estado de la República diferente (SLP, Querétaro, Edomex, Jalisco, Puebla, Yucatán, etc). Pero si ya estás dentro de los mejores del país y estos torneos son tan importantes, es probable que a la par de viajar con tu familia, te acompañe un entrenador o coach, por lo que ya estaríamos hablando de pagar mínimo 100 noches de hotel.

Cien días fuera de casa, equivalen a 300 comidas por persona (desayuno, comida y cena), multiplicado por papá, mamá, uno o dos hermanos (en esas categorías los jugadores suelen tener hermanos más pequeños o inclusive algún otro que compite también), más el entrenador, ya estaríamos hablando de 1,200 a 1,800 comidas durante estos torneos.

A esto hay que sumarle el sueldo del entrenador, boletos de avión, taxis, o si lo haces por tierra, casetas, gasolina, estacionamientos, más encordados, pelotas, bebidas hidratantes durante el entrenamiento y los partidos, el pago de árbitros y un largo de etcéteras más.

Todo este sacrificio en tiempo, dinero y esfuerzo, podríamos pensar que más que un gasto es una inversión si estás compitiendo al máximo nivel durante estas siete semanas. Sin embargo, esta situación que acontece para los de ranking medio o bajo, no lo es para los mejores cuando son muy superiores al resto.

Hoy por hoy, el número uno de la categoría de 12 años, tanto en hombres como en mujeres en México (Patricio Álvarez y Renata Pacheco) no tienen rival que ponga en peligro su jerarquía. Por lo que se podría afirmar que toda esta competencia, a los dos mejores exponentes de nuestro país, no los está haciendo mejores ni los está llevando al siguiente nivel.

Al quedarles “chica” la categoría de 12 años, el lector pensará que lo lógico es subirlo a la siguiente de 14 años. Sin embargo, la Federación no lo ve así, ya que para ellos el tenista que sube de categoría ya no puede regresar a la suya. En una analogía boxística, si dejaste la división de semicompletos para hacer una pelea en peso completo, nunca más puedes regresar a tu peso natural. Ante un riesgo tan alto y con una incertidumbre tan grande, más que premiar o motivar el intento, se castiga la osadía.

Entonces estos jugadores, que no tienen mayor competencia en su categoría, se mantendrán ganando con facilidad sin exigirse de más. El enorme potencial y talento del que gozan es suficiente para coronarse. Pero a esta edad ganar no significa mejorar. Y es aquí cuando uno recuerda la frase dicha al principio de esta columna “Se tienen que ir al extranjero porque aquí se van a estancar”.

¿Qué podemos hacer entonces para que estas promesas del futuro no se estanquen sino que por el contrario, mejoren y en lugar de uno o dos, tengamos diez o veinte?

Bajo la lógica de Ensayo/Error, lo primero que haría sería permitir que los jugadores puedan subir de categoría para poder medirse con rivales más fuertes, sin la condicionante de tener que abandonar definitivamente su categoría original.

Obvio se tendría que hacer de manera ordenada, siguiendo ciertas reglas, exponiendo ante un Comité Técnico de la Federación los razonamientos que justifican dicha solicitud.

Ejemplo. “En mi estado, región o sección no existe un solo jugador entre los primeros 20 del ranking nacional. Solicito autorización para subirme en estos torneos de categoría sin tener acceso a puntos del ranking nacional.”

La Federación podría contestar algo así como “Se autorizan estos torneos, por estar tal número de jugadores con estos rankings y por tener el solicitante estos scores en los últimos X meses. Dependiendo de los resultados del mismo, se someterá a evaluación las siguientes solicitudes. El jugador tendrá que presentarse a los Nacionales en su categoría hasta nuevo aviso.”

¿Qué es lo peor que podría pasar? a) El jugador se da cuenta que no tiene el nivel para subir de categoría y se regresa a la suya;  b) El jugador tiene el nivel para competir con más grandes y de manera definitiva abandona la categoría inferior; o c) El jugador tiene la posibilidad de tener mayor competencia sin necesidad de hacer viajes tan largos al ser los torneos cerca de su lugar de residencia.

Algún otro lector dirá “Pues que se ponga de acuerdo con los jugadores de la categoría de arriba y que jueguen algunos partidos de entrenamiento, y que ahí mida si se debe de subir o no”.

En principio tendría cierta lógica, pero no es suficiente. Porque en entrenamiento puedes medir ciertos golpes, alcance, fuerza o resistencia, pero para ganar y ser campeón se necesita “saber jugar los puntos importantes”, “poder cerrar partidos de mucha intensidad” en pocas palabras tener mucha “cabeza o mente” y esa sólo se adquiere con la verdadera competencia en un torneo, no en partidos de práctica.

¿Qué otros factores inciden en el desarrollo de un tenista en edades tempranas? Eso lo veremos en la siguiente columna, Parte II y Parte III.


Importante

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión
y no necesariamente reflejan la postura editorial de Oaxaca Informa.

¿Se puede triunfar en México o hay que salir al extranjero? Parte 2

En la PARTE 1 de esta columna empecé a desarrollar las dificultades o retos a los que se enfrentan los tenistas mexicanos en las categorías infantiles y juveniles. Lógico son muchas aristas, por lo que tuve que dividir estas reflexiones en varias entregas. En esta segunda parte de tres o cuatro, abordaré otros aspectos que pueden ser subsanados sin mayor complejidad en beneficio del tenis mexicano.

Imaginemos que los padres solventaron ya los costos económicos de viajar y competir durante siete u ocho semanas al año que referimos anteriormente, y que además ya se le permite jugar algunos torneos en una categoría más grande a la suya. Vayamos ahora al siguiente problema: la falta de espacios deportivos para competir con calidad. Lo ejemplifico.

Canchas de tenis para jugar en México puede haber muchas. Pero para competir y entrenar en un Campeonato Nacional hay muy pocas. Como los Nacionales de Tenis se juegan durante una semana determinada en una sola ciudad, la Federación de Tenis debe buscar que clubes privados presten sus instalaciones para albergar durante ocho días a cientos de tenistas que competirán en las categorías de 10, 12, 14, 16 y 18 años y menores, tanto en singles como en dobles, en la rama varonil y femenil, junto con un torneo previo de calificación, más lo que se conoce como “Torneo de Consolación” para los jugadores que pierden en la primera o segunda ronda del cuadro principal.

¿Qué significa esto? Qué nunca hay canchas suficientes, por lo que entrenar antes y durante el desarrollo del torneo es imposible.  Ante esta situación, prácticamente todos los jugadores llegan “en vivo” a tratar de pegarle a la pelota en su primera ronda. Esto es, si entrenas en altura y en cancha dura los 365 días del año y el torneo se juega en estas condiciones, es probable que no tengas mayor dificultad. Pero si entrenas todo el año a nivel de mar y en arcilla, tienes mayores probabilidades de perder aunque seas muy superior a tu adversario.

A nivel profesional, los jugadores tienen que competir en todas las superficies y condiciones durante todo el año. Pero para un niño de 10 o 12 años, es muy probable que su única fuente de entrenamiento o práctica sea en la cancha de su club o la que está más cerca de su casa.

Hagamos la consideración que el jugador se fue días antes (con el costo que esto implica) a entrenar a un lugar en circunstancias similares en donde se desarrollará el torneo con todo y su coach. El niño gana su primera ronda pero se siente inseguro en determinados golpes.  Después de su partido quiere corregir los errores. Tiene la voluntad y tiene a su coach pero no tiene donde hacerlo, porque no habrá canchas para ello.

¿Qué representa esto si los Nacionales se juegan en semanas consecutivas (dos en Semana Santa y tres en Verano)? Qué cuando más necesitas entrenar, menos puedes hacerlo. Sí un jugador entrena cuatro horas diarias, cinco veces a la semana (20 horas), ahora en las siguientes dos o tres semanas no podrá entrenar ninguna (60 horas menos), y se tendrá que conformar con su partido de torneo. Obvio al paso de los días los golpes se “descomponen” porque estás rompiendo la rutina de entrenamiento, con todo y que lleves a tu coach.

En los torneos nacionales en donde asiste mi hija he visto que se “pelean” canchas desde las seis de la mañana (lo que implica levantarte desde las cinco). Al final, si tuviste suerte de encontrar alguna, la compartes con otros dos o tres tenistas más durante unos veinte minutos, lo cual más que entrenar te sirve sólo para “calentar”.

El argumento de hoy es que los socios de estos clubes privados en donde se hacen los torneos, no quieren ni tienen porqué privarse de jugar tenis durante una semana si pagan una cuota de mantenimiento. Que mucho hacen con “prescindir” de sus canchas durante algunos horarios “muertos”.

¿Es por esto que no tenemos mejores tenistas? Por supuesto que no. Pero este es otro rubro que se puede mejorar con una correcta planeación y gestión para que no pase.  ¿Qué hacer? En lo personal se me hace un absurdo que la Ciudad de México y Monterrey que deben contar con el mayor número de canchas per capitano tengan un Nacional por temas “internos” y que ciudades “pequeñas” hayan tenido un Nacional o un Masters cuando su organización e instalaciones fueron a todas luces insuficientes.

Sin importar quién es el Presidente de la Asociación de Tenis Estatal, la Federación debe buscar lo mejor para los tenistas y sus familias. Se puede hacer una convocatoria abierta diciendo cuáles son las necesidades de canchas, arbitraje, alojamiento, etc, y que los gobiernos estatales se involucren.  Al final hay una derrama económica importante en este tipo de torneos por el gran número de visitantes que tiene el estado durante esa semana.

Si se logra este objetivo, podemos volver a una práctica que lamentablemente desapareció y que era de vital importancia para el desarrollo del tenis: Un torneo de “Consolación” que llegue hasta cuartos de final. Los que han jugado estos torneos saben a que me refiero.

En los torneos de Estados Unidos si pierdes no sales. El que perdió en semis juega por el tercero y cuarto lugar; el que llegó a cuartos juega ahora por el lugar del cinco al ocho. El que perdió en octavos por el lugar 9 al 16. Lo más parecido era el Torneo de Consolación que te permitía jugar un torneo paralelo en donde te insertabas dependiendo la ronda en que perdías.  De esta forma quien ganaba la “Consolación” era el quinto lugar del torneo principal, porque bajo este esquema los únicos que no jugaban la “Consolación” eran los que llegaban a semifinales.

Actualmente solo lo juegan los que pierden en la primera o segunda ronda, y a lo más que aspiras es al lugar 17. Cuando he preguntado el porqué no se juega como antes, me dicen que la razón es que no hay canchas suficientes. Yo pregunto: ¿Y hace 30 años si había en Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey?

Bajo un esquema de este tipo, el jugador tenía una verdadera “revancha” o “segunda oportunidad” ante una mal partido. Ahí si no existía la “mala suerte” en el draw y era muy probable que el match play de esa semana si te dijera realmente donde estabas parado y cuánto habías mejorado en los últimos meses, y no como ahora, que si llegas en “blanco” a un partido en condiciones inexistentes para ti te puedes ir a tu casa luego luego.

Ahora bien, pensemos que hemos logrado los cambios de poder jugar en tu categoría y algunos torneos en la categoría de arriba, que ahora si tienes tiempo para entrenar y preparar bien tus partidos en los Nacionales, que no tienes que hacer desplazamientos tan largos para jugar torneos competitivos, que los “Torneos de Consolación” hasta semifinales han regresado y que ahora tendrás más partidos que te demuestren tu verdadero nivel durante toda una semana.

¿Qué sigue? Ahora nos toca hablar de los entrenadores, del “coaching” durante los partidos, de la oportunidad de hacer concentraciones para los mejores y de arreglar intercambios con el exterior.

Lamentablemente como me he excedido una vez más en la explicación, necesitaré dos o tres columnas más para explicar los siguientes puntos, bajo la premisa qué si podemos arreglar o subsanar estas debilidades, no nos asegurará la llegada a la meta final, pero si nos hará más corto el camino para alcanzarla.


Importante

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión
y no necesariamente reflejan la postura editorial de Oaxaca Informa.

¿Se puede triunfar en México o hay que salir al extranjero? Parte 2

En la PARTE 1 de esta columna empecé a desarrollar las dificultades o retos a los que se enfrentan los tenistas mexicanos en las categorías infantiles y juveniles. Lógico son muchas aristas, por lo que tuve que dividir estas reflexiones en varias entregas. En esta segunda parte de tres o cuatro, abordaré otros aspectos que pueden ser subsanados sin mayor complejidad en beneficio del tenis mexicano.

Imaginemos que los padres solventaron ya los costos económicos de viajar y competir durante siete u ocho semanas al año que referimos anteriormente, y que además ya se le permite jugar algunos torneos en una categoría más grande a la suya. Vayamos ahora al siguiente problema: la falta de espacios deportivos para competir con calidad. Lo ejemplifico.

Canchas de tenis para jugar en México puede haber muchas. Pero para competir y entrenar en un Campeonato Nacional hay muy pocas. Como los Nacionales de Tenis se juegan durante una semana determinada en una sola ciudad, la Federación de Tenis debe buscar que clubes privados presten sus instalaciones para albergar durante ocho días a cientos de tenistas que competirán en las categorías de 10, 12, 14, 16 y 18 años y menores, tanto en singles como en dobles, en la rama varonil y femenil, junto con un torneo previo de calificación, más lo que se conoce como “Torneo de Consolación” para los jugadores que pierden en la primera o segunda ronda del cuadro principal.

¿Qué significa esto? Qué nunca hay canchas suficientes, por lo que entrenar antes y durante el desarrollo del torneo es imposible.  Ante esta situación, prácticamente todos los jugadores llegan “en vivo” a tratar de pegarle a la pelota en su primera ronda. Esto es, si entrenas en altura y en cancha dura los 365 días del año y el torneo se juega en estas condiciones, es probable que no tengas mayor dificultad. Pero si entrenas todo el año a nivel de mar y en arcilla, tienes mayores probabilidades de perder aunque seas muy superior a tu adversario.

A nivel profesional, los jugadores tienen que competir en todas las superficies y condiciones durante todo el año. Pero para un niño de 10 o 12 años, es muy probable que su única fuente de entrenamiento o práctica sea en la cancha de su club o la que está más cerca de su casa.

Hagamos la consideración que el jugador se fue días antes (con el costo que esto implica) a entrenar a un lugar en circunstancias similares en donde se desarrollará el torneo con todo y su coach. El niño gana su primera ronda pero se siente inseguro en determinados golpes.  Después de su partido quiere corregir los errores. Tiene la voluntad y tiene a su coach pero no tiene donde hacerlo, porque no habrá canchas para ello.

¿Qué representa esto si los Nacionales se juegan en semanas consecutivas (dos en Semana Santa y tres en Verano)? Qué cuando más necesitas entrenar, menos puedes hacerlo. Sí un jugador entrena cuatro horas diarias, cinco veces a la semana (20 horas), ahora en las siguientes dos o tres semanas no podrá entrenar ninguna (60 horas menos), y se tendrá que conformar con su partido de torneo. Obvio al paso de los días los golpes se “descomponen” porque estás rompiendo la rutina de entrenamiento, con todo y que lleves a tu coach.

En los torneos nacionales en donde asiste mi hija he visto que se “pelean” canchas desde las seis de la mañana (lo que implica levantarte desde las cinco). Al final, si tuviste suerte de encontrar alguna, la compartes con otros dos o tres tenistas más durante unos veinte minutos, lo cual más que entrenar te sirve sólo para “calentar”.

El argumento de hoy es que los socios de estos clubes privados en donde se hacen los torneos, no quieren ni tienen porqué privarse de jugar tenis durante una semana si pagan una cuota de mantenimiento. Que mucho hacen con “prescindir” de sus canchas durante algunos horarios “muertos”.

¿Es por esto que no tenemos mejores tenistas? Por supuesto que no. Pero este es otro rubro que se puede mejorar con una correcta planeación y gestión para que no pase.  ¿Qué hacer? En lo personal se me hace un absurdo que la Ciudad de México y Monterrey que deben contar con el mayor número de canchas per capitano tengan un Nacional por temas “internos” y que ciudades “pequeñas” hayan tenido un Nacional o un Masters cuando su organización e instalaciones fueron a todas luces insuficientes.

Sin importar quién es el Presidente de la Asociación de Tenis Estatal, la Federación debe buscar lo mejor para los tenistas y sus familias. Se puede hacer una convocatoria abierta diciendo cuáles son las necesidades de canchas, arbitraje, alojamiento, etc, y que los gobiernos estatales se involucren.  Al final hay una derrama económica importante en este tipo de torneos por el gran número de visitantes que tiene el estado durante esa semana.

Si se logra este objetivo, podemos volver a una práctica que lamentablemente desapareció y que era de vital importancia para el desarrollo del tenis: Un torneo de “Consolación” que llegue hasta cuartos de final. Los que han jugado estos torneos saben a que me refiero.

En los torneos de Estados Unidos si pierdes no sales. El que perdió en semis juega por el tercero y cuarto lugar; el que llegó a cuartos juega ahora por el lugar del cinco al ocho. El que perdió en octavos por el lugar 9 al 16. Lo más parecido era el Torneo de Consolación que te permitía jugar un torneo paralelo en donde te insertabas dependiendo la ronda en que perdías.  De esta forma quien ganaba la “Consolación” era el quinto lugar del torneo principal, porque bajo este esquema los únicos que no jugaban la “Consolación” eran los que llegaban a semifinales.

Actualmente solo lo juegan los que pierden en la primera o segunda ronda, y a lo más que aspiras es al lugar 17. Cuando he preguntado el porqué no se juega como antes, me dicen que la razón es que no hay canchas suficientes. Yo pregunto: ¿Y hace 30 años si había en Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey?

Bajo un esquema de este tipo, el jugador tenía una verdadera “revancha” o “segunda oportunidad” ante una mal partido. Ahí si no existía la “mala suerte” en el draw y era muy probable que el match play de esa semana si te dijera realmente donde estabas parado y cuánto habías mejorado en los últimos meses, y no como ahora, que si llegas en “blanco” a un partido en condiciones inexistentes para ti te puedes ir a tu casa luego luego.

Ahora bien, pensemos que hemos logrado los cambios de poder jugar en tu categoría y algunos torneos en la categoría de arriba, que ahora si tienes tiempo para entrenar y preparar bien tus partidos en los Nacionales, que no tienes que hacer desplazamientos tan largos para jugar torneos competitivos, que los “Torneos de Consolación” hasta semifinales han regresado y que ahora tendrás más partidos que te demuestren tu verdadero nivel durante toda una semana.

¿Qué sigue? Ahora nos toca hablar de los entrenadores, del “coaching” durante los partidos, de la oportunidad de hacer concentraciones para los mejores y de arreglar intercambios con el exterior.

Lamentablemente como me he excedido una vez más en la explicación, necesitaré dos o tres columnas más para explicar los siguientes puntos, bajo la premisa qué si podemos arreglar o subsanar estas debilidades, no nos asegurará la llegada a la meta final, pero si nos hará más corto el camino para alcanzarla.


Importante

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión
y no necesariamente reflejan la postura editorial de Oaxaca Informa.

¿Se puede triunfar en México o hay que salir al extranjero? Parte 3

Para mi querido Dani, por estos 12 años de amistad

En las primeras dos partes de esta entrega, analizamos diversos aspectos que impiden un mejor desarrollo del tenis infantil y juvenil en MéxicoAhora me centraré en desarrollar otros factores que representan un reto o dificultad para cualquier niño que esté en el tenis competitivo desde pequeño.

Como lo dije en la ocasión anterior, imaginemos que la parte económica no es en estos momentos un obstáculo, y que la Federación ha hecho los cambios necesarios en los formatos de competición (subir de categoría, un torneo paralelo de consolación, tener canchas para entrenar en los torneos, etc). ¿Qué seguiría ahora? El tema de los entrenadores y la familia. Vayamos por partes.

Tengo un profundo respeto por todas aquellas personas que se han dedicado a una de las tareas más nobles que puede existir: enseñar y formar a los niños. En el mundo del tenis se les llama “coaches” o “entrenadores”. Sin que pueda hacerse una clasificación de ellos, podemos distinguir varios tipos de entrenadores.

Está el “maestro de tenis” que la mayoría de los padres consiguieron en el club en donde sus hijos practican. Este profesor es el que, sin mayor preparación o certificación, sino basándose única y exclusivamente en su propia experiencia, enseñó al niño a agarrar la raqueta, a pararse de cierta manera para golpear la pelota, etc.  Esto es, proveyó al pequeño de los golpes básicos y generó una primera relación de autoridad entre maestro-alumno.

Cuando los niños empiezan a destacarse en los torneos, a los padres les suelen aconsejar que es el momento de allegarse de un “mejor entrenador”, uno más calificado, que tenga experiencia en el alto rendimiento o en los torneos de alta competición. Cuando ya se habla de entrenadores de este tipo, el abanico se reduce de manera sustancial, sobre todo si estamos hablando de poder encontrar “libre” a un coach muy calificado que se dedique casi de tiempo completo a tu hijo.

¿Cuántos podrían tener la suerte de poder encontrar y contratar a un entrenador de este tipo, por citar un ejemplo en una ciudad de menos de cien mil habitantes? ¿Cuántos podrían ofrecerle además el salario digno para que este entrenador o coach se dedique casi de manera exclusiva a tu hijo, amén de solventarle todos sus gastos cuando acompañe al menor a los torneos?

En mi experiencia, es casi imposible encontrar entrenadores muy calificados para poder llevar a un niño de 10 o 12 años al siguiente nivel. ¿Por qué? Primero que nada porque hay muy pocos. Segundo, porque esos entrenadores más bien se encuentran en determinadas academias o centros de alto rendimiento, pero ninguno deambula en un club deportivo social para ver a que niño se encuentra, y es ahí donde los padres contratan prácticamente a la mayoría, por no decir que a todos.

Esos entrenadores tienen un límite. Al final cumplieron una misión en sus inicios, pero cuando el niño ya es el mejor de todo un país y está listo para competir en el extranjero, es obvio que se requiere un perfil más alto, y es aquí cuando tenemos que construir una alternativa para nuestro país. Me explico.

De poco sirve llevar a un entrenador, si al final su utilidad se reduce a saberte “calentar” en cancha y echarte algunas pelotas antes del partido; a gritar y vociferar en algunos puntos durante el torneo, y en decirte al final lo que cree que hiciste mal.

Si por poner un número, compiten 700 niños en torneos infantiles y juveniles, ¿Podríamos decir entonces que hay ese mismo número de entrenadores calificados? En lo personal no creo que haya más de 30 que pudiera poner como de un buen nivel, lo cual sería un 4% aproximadamente. Esto significa que el 96% podría estar “perfeccionando el error” al no ser entrenados de la manera adecuada para el “alto rendimiento o competencia".

De este reducido número de entrenadores a nivel técnica, ¿Cuántos de ellos además estarían calificados para saber manejar en el niño la parte mental, la tolerancia a la frustración ante la derrota o la correcta gestión de los partidos a nivel estrategia? ¿Cuántos de estos podrían dedicarse solo a tu hijo? El número sería prácticamente nulo y el costo sería altísimo.

Ante la falta de este capital humano muy calificado, los niños en estas etapas empiezan a estancarse. Mientras los americanos, franceses o italianos tienen una alta importación de tenistas qué quieren ser como ellos, y por ende no necesitan buscar competencia porque llega sola, nosotros nos enfrentamos a la ausencia de competencia, a la carencia de buenos entrenadores, y a la apatía de querer hacer mejor las cosas.

Si prácticamente todos los tenistas nacen en un club deportivo de tenis, ¿Por qué ninguno le ha apostado a contratar a un entrenador certificado en el extranjero con todas las credenciales?

¿Cuánto te costaría traer a veinte de los mejores entrenadores del mundo, dedicados exclusivamente a los mejores jugadores de México desde las categorías infantiles?  ¿Cuánto te costaría hacer convenios con Estados Unidos, Francia, Italia o España para poder llevar a las mejores promesas mexicanas a entrenar y competir con sus mejores talentos? ¿Cuánto te costaría crear un sistema de competencia en México trayendo a los mejores argentinos, brasileños, chilenos y colombianos?

Hemos desperdiciado nuestra posición geográfica. El conformismo (“Mejor vete al extranjero), el egoísmo de los que podrían hacerlo posible (“¿Y yo que ganó?”) nos han hecho perder un sinfín de oportunidades y de tiempo. La pregunta hoy es si se puede revertir o no hay posibilidad alguna.

Hoy, te tienes que ir al extranjero. Pero la idea, sueño o ilusión de muchos es que un día podamos hacer algo en México, para que no volvamos a escuchar la frase de “te tienes que ir al extranjero” sino qué por el contrario, en un tiempo no muy lejano, podamos decir con mucho orgullo “México, lo empezó a hacer hace poco y lo está haciendo muy bien.”

COMO COROLARIO. Lo dije antes, Novak Djokovic no será tan dominante como lo fue. Semis en todos los torneos pero no ha podido ganar. En Montecarlo tuvo un draw muy complicado desde su primer partido. Hoy, sus rivales saben qué en un gran día lo pueden vencer. En el tercer set de la semifinal contra Ruud se le vio agotado física y mentalmente. No será el gran favorito en Roland Garros, aunque defienda el título.


Importante

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión
y no necesariamente reflejan la postura editorial de Oaxaca Informa.

¿Se puede triunfar en México o hay que salir al extranjero? Parte 3

Para mi querido Dani, por estos 12 años de amistad

En las primeras dos partes de esta entrega, analizamos diversos aspectos que impiden un mejor desarrollo del tenis infantil y juvenil en MéxicoAhora me centraré en desarrollar otros factores que representan un reto o dificultad para cualquier niño que esté en el tenis competitivo desde pequeño.

Como lo dije en la ocasión anterior, imaginemos que la parte económica no es en estos momentos un obstáculo, y que la Federación ha hecho los cambios necesarios en los formatos de competición (subir de categoría, un torneo paralelo de consolación, tener canchas para entrenar en los torneos, etc). ¿Qué seguiría ahora? El tema de los entrenadores y la familia. Vayamos por partes.

Tengo un profundo respeto por todas aquellas personas que se han dedicado a una de las tareas más nobles que puede existir: enseñar y formar a los niños. En el mundo del tenis se les llama “coaches” o “entrenadores”. Sin que pueda hacerse una clasificación de ellos, podemos distinguir varios tipos de entrenadores.

Está el “maestro de tenis” que la mayoría de los padres consiguieron en el club en donde sus hijos practican. Este profesor es el que, sin mayor preparación o certificación, sino basándose única y exclusivamente en su propia experiencia, enseñó al niño a agarrar la raqueta, a pararse de cierta manera para golpear la pelota, etc.  Esto es, proveyó al pequeño de los golpes básicos y generó una primera relación de autoridad entre maestro-alumno.

Cuando los niños empiezan a destacarse en los torneos, a los padres les suelen aconsejar que es el momento de allegarse de un “mejor entrenador”, uno más calificado, que tenga experiencia en el alto rendimiento o en los torneos de alta competición. Cuando ya se habla de entrenadores de este tipo, el abanico se reduce de manera sustancial, sobre todo si estamos hablando de poder encontrar “libre” a un coach muy calificado que se dedique casi de tiempo completo a tu hijo.

¿Cuántos podrían tener la suerte de poder encontrar y contratar a un entrenador de este tipo, por citar un ejemplo en una ciudad de menos de cien mil habitantes? ¿Cuántos podrían ofrecerle además el salario digno para que este entrenador o coach se dedique casi de manera exclusiva a tu hijo, amén de solventarle todos sus gastos cuando acompañe al menor a los torneos?

En mi experiencia, es casi imposible encontrar entrenadores muy calificados para poder llevar a un niño de 10 o 12 años al siguiente nivel. ¿Por qué? Primero que nada porque hay muy pocos. Segundo, porque esos entrenadores más bien se encuentran en determinadas academias o centros de alto rendimiento, pero ninguno deambula en un club deportivo social para ver a que niño se encuentra, y es ahí donde los padres contratan prácticamente a la mayoría, por no decir que a todos.

Esos entrenadores tienen un límite. Al final cumplieron una misión en sus inicios, pero cuando el niño ya es el mejor de todo un país y está listo para competir en el extranjero, es obvio que se requiere un perfil más alto, y es aquí cuando tenemos que construir una alternativa para nuestro país. Me explico.

De poco sirve llevar a un entrenador, si al final su utilidad se reduce a saberte “calentar” en cancha y echarte algunas pelotas antes del partido; a gritar y vociferar en algunos puntos durante el torneo, y en decirte al final lo que cree que hiciste mal.

Si por poner un número, compiten 700 niños en torneos infantiles y juveniles, ¿Podríamos decir entonces que hay ese mismo número de entrenadores calificados? En lo personal no creo que haya más de 30 que pudiera poner como de un buen nivel, lo cual sería un 4% aproximadamente. Esto significa que el 96% podría estar “perfeccionando el error” al no ser entrenados de la manera adecuada para el “alto rendimiento o competencia".

De este reducido número de entrenadores a nivel técnica, ¿Cuántos de ellos además estarían calificados para saber manejar en el niño la parte mental, la tolerancia a la frustración ante la derrota o la correcta gestión de los partidos a nivel estrategia? ¿Cuántos de estos podrían dedicarse solo a tu hijo? El número sería prácticamente nulo y el costo sería altísimo.

Ante la falta de este capital humano muy calificado, los niños en estas etapas empiezan a estancarse. Mientras los americanos, franceses o italianos tienen una alta importación de tenistas qué quieren ser como ellos, y por ende no necesitan buscar competencia porque llega sola, nosotros nos enfrentamos a la ausencia de competencia, a la carencia de buenos entrenadores, y a la apatía de querer hacer mejor las cosas.

Si prácticamente todos los tenistas nacen en un club deportivo de tenis, ¿Por qué ninguno le ha apostado a contratar a un entrenador certificado en el extranjero con todas las credenciales?

¿Cuánto te costaría traer a veinte de los mejores entrenadores del mundo, dedicados exclusivamente a los mejores jugadores de México desde las categorías infantiles?  ¿Cuánto te costaría hacer convenios con Estados Unidos, Francia, Italia o España para poder llevar a las mejores promesas mexicanas a entrenar y competir con sus mejores talentos? ¿Cuánto te costaría crear un sistema de competencia en México trayendo a los mejores argentinos, brasileños, chilenos y colombianos?

Hemos desperdiciado nuestra posición geográfica. El conformismo (“Mejor vete al extranjero), el egoísmo de los que podrían hacerlo posible (“¿Y yo que ganó?”) nos han hecho perder un sinfín de oportunidades y de tiempo. La pregunta hoy es si se puede revertir o no hay posibilidad alguna.

Hoy, te tienes que ir al extranjero. Pero la idea, sueño o ilusión de muchos es que un día podamos hacer algo en México, para que no volvamos a escuchar la frase de “te tienes que ir al extranjero” sino qué por el contrario, en un tiempo no muy lejano, podamos decir con mucho orgullo “México, lo empezó a hacer hace poco y lo está haciendo muy bien.”

COMO COROLARIO. Lo dije antes, Novak Djokovic no será tan dominante como lo fue. Semis en todos los torneos pero no ha podido ganar. En Montecarlo tuvo un draw muy complicado desde su primer partido. Hoy, sus rivales saben qué en un gran día lo pueden vencer. En el tercer set de la semifinal contra Ruud se le vio agotado física y mentalmente. No será el gran favorito en Roland Garros, aunque defienda el título.


Importante

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión
y no necesariamente reflejan la postura editorial de Oaxaca Informa.

El inminente adiós de Nadal y el no tan lejano de Djokovic

Para mi querido Daniel Goñi

Esta semana nos tocó ver algo insólito en el Masters 1000 de Roma que presagia dos hechos para este año: el primero: el inminente adiós de Rafael Nadal; el segundo, el fin de la era Djokovic como el amo y señor del tenis.

En el caso de Rafael Nadal, aunque le queda el Abierto de Francia y los Juegos Olímpicos de Paris,  ambos a desarrollarse en el mismo complejo tenístico sobre polvo de ladrillo, el poseedor de 14 Roland Garros y 81 victorias consecutivas sobre esta superficie, no pudo ganar más de dos partidos seguidos en toda su gira de arcilla.

A sus casi 38 años, Rafael Nadal le da instrucciones a un cuerpo que ya no le hace caso, que ya no puede más.  Su partido de esta semana ante el polaco Hubert Hurkacz en el Masters 1000 de Roma, sólo hizo evidente que el español ya no tiene las aptitudes físicas para ganar un torneo de este nivel. Como gira de despedida, y por el cariño de un público que se le sigue rindiendo en cada presentación ha valido la pena, pero para un guerrero de 22 Grand Slams, debe ser muy difícil tener que ceder ante rivales que hace un par de años, no le representaban el menor obstáculo.

¿Debió retirarse en el pináculo de su carrera, cuando ganó su décimo cuarto Roland Garros en 2022?  En retrospectiva tendríamos que decir que sí, pero creo que es condición del ser humano, y más de un luchador como Nadal, no rendirse jamás. En la memoria colectiva podríamos citar a un sinfín de boxeadores que terminaron retirándose sólo cuando fueron noqueados en los primeros rounds, cuando en el pasado hubiera sido imposible que perdieran y menos bajo esas circunstancias.

Lo mismo ha pasado con futbolistas que pasaron de ser buscados por los mejores equipos del mundo ha quedarse en la banca en conjuntos de menor categoría;  beisbolistas que triunfaron en las Grandes Ligas y terminaron sus carreras en ligas locales de sus propios países, y así podríamos citar en prácticamente todas las disciplinas deportivas.

Rafael Nadal aún retirado seguirá siendo referente como lo es hoy Roger Federer para los siguientes diez años como mínimo. La Academia de Tenis Rafael Nadal se ha consolidado cuando tenistas de la talla de Alex de Minaur o Casper Ruud asisten a sus instalaciones a entrenar.  La presencia permanente de Toni Nadal en dicha Academia también le ha dado un prestigio por encima de muchas otras que llevan años tratando de construir un legado.

Puedo imaginarme perfecto a Rafa Nadal entregando el trofeo de Roland Garros en los próximos años,  teniendo el palco de honor en cualquier Grand Slam que se presente como espectador, analista o invitado especial. Haciendo exhibiciones o siendo embajador de causas altruistas por todo el mundo. Alguna vez un Ministro de Deportes de España me dijo que si Rafael Nadal quisiera, ganaría cualquier elección popular en la que participara. En pocas palabras no tiene límite u obstáculo para nada fuera de una pista de tenis. El dolor o reto está sólo en donde se le dio todo: la cancha.

El caso de Djokovic tiene un tratamiento aparte. Hace algunas columnas referí que su derrota en Indian Wells podría ser el principio del fin de su reinado.  Sostuve que no fue un mal día, sino que había llegado la hora en donde los jugadores le habían perdido ya ese respeto abrumador que les hacía entrar prácticamente derrotados a la cancha.

En Mónaco se le vio fatigado y ganando con mucho esfuerzo cada uno de sus partidos.  Ayer en Roma fue superado por un tenista latinoamericano que si bien es cierto jugó el partido de su vida, también lo es que mucho fue por saber que Novak ya no era el gigante del año pasado.

Y aunque los medios y el propio Djokovic refieran que tuvo que ver algo el incidente en donde fue golpeado por un termo metálico  con agua que le cayó en la cabeza al firmar un autógrafo, lo cierto es que no ha ganado todavía un torneo en este 2024.

Cuando Djokovic ganó Australia, Roland Garros y el US OPEN en 2023, logrando su vigésimo cuarto Grand Slam,  los analistas del tenis pronosticaron que podría llegar incluso a los 30. Con un físico envidiable, practicante de yoga, meditación, con dietas estrictas tipo Cristiano Ronaldo, con una mentalidad implacable y la experiencia de haber ganado tantas finales durante casi dos décadas, eran argumentos más que suficientes para que nadie lo pusiera en duda, inclusive tomando en consideración su edad (está a días de cumplir 37 años).

Sin embargo, el 2024 ha sido la otra cara de la moneda. Pensar en un retiro suena impensable hoy para el serbio, sobre todo porque este año pareciera estar reservado para Nadal.  Pero derivado de lo que ha sucedido este año, de su rol como padre y el propio cansancio de tantos años teniendo que demostrar que es el mejor del mundo, no me sorprendería en lo absoluto que el 2025 sea ahora la gira del adiós para Novak Djokovic.

Lo único que podría romper con este pronóstico sería que ganara al menos un Grand Slam, pero si tuviera que apostar en estos momentos por ello,  diría que sólo le veo posibilidades en Wimbledon, y eso depende de que tanto se quiera preparar para los Juegos Olímpicos de Paris, único palmarés que no ha ganado por la dificultad de estar en tu mejor momento en una coyuntura que sólo se da cada cuatro años, y que casi siempre coincide en fechas con la cercanía de un Grand Slam.

Como última reflexión, valdría la pena añadir que los dos dignos sucesores de Rafael Nadal y Novak Djokovic, que serían en este caso Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, los dos no pudieron jugar el Masters 1000 de Roma  por estar lesionados y se duda que puedan llegar en su mejor nivel a Roland Garros. Si dos jóvenes de 21 y 22 años no han podido mantenerse sanos y apenas estamos en Mayo, que podemos esperar de dos gigantes de 38 y 37 años que cuelgan bajo sus espaldas más de 20 años de estarse enfrentando a los mejores tenistas del mundo.


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El inminente adiós de Nadal y el no tan lejano de Djokovic

Para mi querido Daniel Goñi

Esta semana nos tocó ver algo insólito en el Masters 1000 de Roma que presagia dos hechos para este año: el primero: el inminente adiós de Rafael Nadal; el segundo, el fin de la era Djokovic como el amo y señor del tenis.

En el caso de Rafael Nadal, aunque le queda el Abierto de Francia y los Juegos Olímpicos de Paris,  ambos a desarrollarse en el mismo complejo tenístico sobre polvo de ladrillo, el poseedor de 14 Roland Garros y 81 victorias consecutivas sobre esta superficie, no pudo ganar más de dos partidos seguidos en toda su gira de arcilla.

A sus casi 38 años, Rafael Nadal le da instrucciones a un cuerpo que ya no le hace caso, que ya no puede más.  Su partido de esta semana ante el polaco Hubert Hurkacz en el Masters 1000 de Roma, sólo hizo evidente que el español ya no tiene las aptitudes físicas para ganar un torneo de este nivel. Como gira de despedida, y por el cariño de un público que se le sigue rindiendo en cada presentación ha valido la pena, pero para un guerrero de 22 Grand Slams, debe ser muy difícil tener que ceder ante rivales que hace un par de años, no le representaban el menor obstáculo.

¿Debió retirarse en el pináculo de su carrera, cuando ganó su décimo cuarto Roland Garros en 2022?  En retrospectiva tendríamos que decir que sí, pero creo que es condición del ser humano, y más de un luchador como Nadal, no rendirse jamás. En la memoria colectiva podríamos citar a un sinfín de boxeadores que terminaron retirándose sólo cuando fueron noqueados en los primeros rounds, cuando en el pasado hubiera sido imposible que perdieran y menos bajo esas circunstancias.

Lo mismo ha pasado con futbolistas que pasaron de ser buscados por los mejores equipos del mundo ha quedarse en la banca en conjuntos de menor categoría;  beisbolistas que triunfaron en las Grandes Ligas y terminaron sus carreras en ligas locales de sus propios países, y así podríamos citar en prácticamente todas las disciplinas deportivas.

Rafael Nadal aún retirado seguirá siendo referente como lo es hoy Roger Federer para los siguientes diez años como mínimo. La Academia de Tenis Rafael Nadal se ha consolidado cuando tenistas de la talla de Alex de Minaur o Casper Ruud asisten a sus instalaciones a entrenar.  La presencia permanente de Toni Nadal en dicha Academia también le ha dado un prestigio por encima de muchas otras que llevan años tratando de construir un legado.

Puedo imaginarme perfecto a Rafa Nadal entregando el trofeo de Roland Garros en los próximos años,  teniendo el palco de honor en cualquier Grand Slam que se presente como espectador, analista o invitado especial. Haciendo exhibiciones o siendo embajador de causas altruistas por todo el mundo. Alguna vez un Ministro de Deportes de España me dijo que si Rafael Nadal quisiera, ganaría cualquier elección popular en la que participara. En pocas palabras no tiene límite u obstáculo para nada fuera de una pista de tenis. El dolor o reto está sólo en donde se le dio todo: la cancha.

El caso de Djokovic tiene un tratamiento aparte. Hace algunas columnas referí que su derrota en Indian Wells podría ser el principio del fin de su reinado.  Sostuve que no fue un mal día, sino que había llegado la hora en donde los jugadores le habían perdido ya ese respeto abrumador que les hacía entrar prácticamente derrotados a la cancha.

En Mónaco se le vio fatigado y ganando con mucho esfuerzo cada uno de sus partidos.  Ayer en Roma fue superado por un tenista latinoamericano que si bien es cierto jugó el partido de su vida, también lo es que mucho fue por saber que Novak ya no era el gigante del año pasado.

Y aunque los medios y el propio Djokovic refieran que tuvo que ver algo el incidente en donde fue golpeado por un termo metálico  con agua que le cayó en la cabeza al firmar un autógrafo, lo cierto es que no ha ganado todavía un torneo en este 2024.

Cuando Djokovic ganó Australia, Roland Garros y el US OPEN en 2023, logrando su vigésimo cuarto Grand Slam,  los analistas del tenis pronosticaron que podría llegar incluso a los 30. Con un físico envidiable, practicante de yoga, meditación, con dietas estrictas tipo Cristiano Ronaldo, con una mentalidad implacable y la experiencia de haber ganado tantas finales durante casi dos décadas, eran argumentos más que suficientes para que nadie lo pusiera en duda, inclusive tomando en consideración su edad (está a días de cumplir 37 años).

Sin embargo, el 2024 ha sido la otra cara de la moneda. Pensar en un retiro suena impensable hoy para el serbio, sobre todo porque este año pareciera estar reservado para Nadal.  Pero derivado de lo que ha sucedido este año, de su rol como padre y el propio cansancio de tantos años teniendo que demostrar que es el mejor del mundo, no me sorprendería en lo absoluto que el 2025 sea ahora la gira del adiós para Novak Djokovic.

Lo único que podría romper con este pronóstico sería que ganara al menos un Grand Slam, pero si tuviera que apostar en estos momentos por ello,  diría que sólo le veo posibilidades en Wimbledon, y eso depende de que tanto se quiera preparar para los Juegos Olímpicos de Paris, único palmarés que no ha ganado por la dificultad de estar en tu mejor momento en una coyuntura que sólo se da cada cuatro años, y que casi siempre coincide en fechas con la cercanía de un Grand Slam.

Como última reflexión, valdría la pena añadir que los dos dignos sucesores de Rafael Nadal y Novak Djokovic, que serían en este caso Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, los dos no pudieron jugar el Masters 1000 de Roma  por estar lesionados y se duda que puedan llegar en su mejor nivel a Roland Garros. Si dos jóvenes de 21 y 22 años no han podido mantenerse sanos y apenas estamos en Mayo, que podemos esperar de dos gigantes de 38 y 37 años que cuelgan bajo sus espaldas más de 20 años de estarse enfrentando a los mejores tenistas del mundo.


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y no necesariamente reflejan la postura editorial de Oaxaca Informa.

El oro de Djokovic y su lección para los niños

Para Michele Castelán Radosevich.

Si hubiera sido una final a tres de cinco sets, no se sí Djokovic hubiera podido agenciarse el tercero ante un fenómeno de 21 años como lo es Carlos Alcaraz. Pero Novak Djokovic jugó el partido de su vida bajo la premisa de que tenía que jugar perfecto dos sets y lo logró. Ahora ya no le queda nada por conquistar: A sus 37 años Djokovic alcanzó el único título que se le había negado en su carrera: el oro olímpico.

No es que Djokovic lo necesitara perse, porque el tenis fue excluido de las Olimpiadas desde 1924 hasta Seúl 1988.

En Seúl 1988 solo asistió un tenista entre los primeros ocho del ranking mundial, ganándolo Miloslav Mecir, quien su mejor resultado en un Grand Slam fueron unas semifinales en Australia. En 1992 el oro fue para Marc Rosset, quien su mejor resultado en Grand Slam fueron unos Cuartos de final en Australia. En Atenas 2004 la victoria fue para el chileno Nicolás Massú, quien también su mejor resultado en Grand Slam fueron unos cuartos de final en Australia.

Esto quiere decir que desde 1988 y hasta antes de la victoria de Rafael Nadal en Beijing 2008, el oro en el tenis solo lo pudieron conquistar dos ganadores de Grand Slam en 20 años (Andre Agassi en Atlanta 1996 y Yvegeny Kafelnikov en Syndey 2000).

A partir de 2008 fue cuando el tenis tomó otra dimensión en la justa olímpica y, desde entonces, los ganadores han estado entre los primeros tres puestos del ranking mundial como lo fue con Nadal en Beijing 2008, Murray en Londres 2012 y Río 2016, así como Zverev en Tokio 2020.

Por eso considero que es errónea la apreciación de que Djokovic necesitaba el oro olímpico para ser considerado ahora sí el mejor tenista de la historia. Por mucho, estadísticamente ya lo era. Más bien podríamos decir que era algo que Djokovic sentía que se lo debía a su país.

Independientemente de ese debate, lo que sí podemos afirmar es que esta necesidad, construida o no, le permitió a Djokovic elevar su nivel más allá del límite. Del lado de Alcaraz, es el tenista más joven en jugar una final de tenis olímpica, por lo qué no obstante la frustración natural que debe sentir el español, Alcaraz debe considerar qué si llega a jugar a la misma edad de Nole, tiene otras cuatro olimpiadas para alcanzar el oro olímpico, a diferencia de Nole que estaba en su última oportunidad.

¿Qué lección nos deja el partido de hoy para nuestros niños y jóvenes atletas? Por principio de cuentas que cada partido es distinto y que no porqué hayas perdido la última o las últimas veces contra un adversario, significa que no puedas ganar.

Apenas hace unas semanas, Alcaraz había ganado Roland Garros y Wimbledon, este último torneo venciendo con suma facilidad los primeros dos sets al propio Djokovic. En el papel, inclusive podríamos afirmar que el gran favorito era el español, y que pocos llegaron a dudar de que la medalla de oro terminaría en España.

¿Cuántos niños cuándo les preguntas contra quien van en un torneo, te contestan que ante determinado rival, a quien no podrán vencer porque han perdido las últimas veces? O, en su caso, creen que tiene la victoria asegurada, porque han vencido a su oponente las últimas veces.

Siempre he pensado que cuando el nivel es muy parejo entre dos contrincantes, va a ganar el que controle mejor sus emociones en los momentos importantes y, por supuesto, el que tenga mayores deseos de ganar, porque al final sus habilidades deportivas son muy similares.

Djokovic sabía que no iba a tener otra oportunidad, era ahora o nunca y eso lo llevó a luchar cada punto al límite. En el 4-4 del primer set, Alcaraz tuvo varios break point para irse 5-4 y el saque, pero Djokovic sabía la trascendencia de ese juego, por lo que luchó a morir, salvando todos los break point que tuvo en contra.

En el tie break del segundo set, cuando iban 2-2, Djokovic realizó un winner de derecha cruzado que le dio la ventaja de 3 a 2 después de un gran intercambio de golpes, a partir de ese momento, Djokovic se adueñó del partido y Alcaraz no volvió a ganar un solo punto, y sí por el contrario, tuvo errores no forzados.

¿Significa que Alcaraz no es tan bueno como se creía? Por supuesto que no. Alcaraz es un fenómeno que a cualquier otro tenista sobre la faz de la tierra hubiera vencido en esta final. De diez veces que se enfrentaran este año iba a ganar nueve, la única que no iba a poder ganar era la final de estos Juegos Olímpicos, porque ahí está el verdadero ejemplo de lo que significa desear algo con todas tus fuerzas, y ese deseo brutal en esta ocasión nadie se lo podía quitar al serbio.

En una clase un alumno le preguntó al maestro si era bueno que los niños compitieran a temprana edad. El maestro contestó: “Por supuesto que sí, solo hay que saber explicarles a los niños que en el deporte hay un vencedor y un vencido, si no existiera este supuesto, no se llamaría deporte sino únicamente actividad física. La diferencia está en que a los niños se les enseña de manera equivocada que el vencedor es el bueno y el perdedor es el malo, y no es así. Cuando hay competencia, los dos son muy buenos, porque los dos son muy competentes en lo que hacen, porque han sabido desarrollar habilidades específicas para poder competir, eso es lo que hay que decirles a los niños, y que simplemente en ese día, en ese momento, le toco a uno de los dos, ganar.”

Esto fue lo que pasó en esta cardiaca final de tenis de los Juegos Olímpicos. Tuvimos a dos enormes competidores, que nos hicieron vibrar de principio a fin, pero como es la esencia pura del deporte, sólo podía haber un vencedor, aunque los dos jugaron de manera excepcional.

Por primera vez me tocó ver lagrimas sinceras en ambos jugadores. Djokovic que se quitó su festejo arrogante de hacer como que toca el violín con su raqueta, lo cual en nada lo ayuda porque solo lo hace ver como burlón y arrogante (aunque se lo dedique a su hija, que nadie lo entiende), y Alcaraz, quien en las entrevistas posteriores no pudo contener más la frustración del dolor de la derrota, como le sucedió hace un año en el Masters 1000 de Cincinnati ante el propio Djokovic.

Me gustaría compartir las palabras que le mandó decir Rafael Nadal a Carlitos Alcaraz después de su derrota. Cito textual: “Carlos, aunque sé que hoy es un día difícil valora una medalla que es muy importante para todo el país y verás, con el tiempo, que para ti también. Gracias por esta semana increíble y por una medalla que nos regalas al deporte español. Un abrazo".

Estas palabras las podrían repetir muy bien los padres a sus hijos, cuando en más de una ocasión no consigan la victoria que esperaban. Hasta la próxima.

COROLARIO. Si se necesitaba un ejemplo más de lo que significa la confianza en un deportista, ahí está el caso de Noah Lyles, el ahora campeón olímpico de 100 metros, quien sin ganar ningún heat eliminatorio, y sin ser su mejor prueba, se llevó el oro olímpico por apenas cinco milésimas de segundo ante el jamaiquino y gran favorito: Kishane Thompson.


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El oro de Djokovic y su lección para los niños

Para Michele Castelán Radosevich.

Si hubiera sido una final a tres de cinco sets, no se sí Djokovic hubiera podido agenciarse el tercero ante un fenómeno de 21 años como lo es Carlos Alcaraz. Pero Novak Djokovic jugó el partido de su vida bajo la premisa de que tenía que jugar perfecto dos sets y lo logró. Ahora ya no le queda nada por conquistar: A sus 37 años Djokovic alcanzó el único título que se le había negado en su carrera: el oro olímpico.

No es que Djokovic lo necesitara perse, porque el tenis fue excluido de las Olimpiadas desde 1924 hasta Seúl 1988.

En Seúl 1988 solo asistió un tenista entre los primeros ocho del ranking mundial, ganándolo Miloslav Mecir, quien su mejor resultado en un Grand Slam fueron unas semifinales en Australia. En 1992 el oro fue para Marc Rosset, quien su mejor resultado en Grand Slam fueron unos Cuartos de final en Australia. En Atenas 2004 la victoria fue para el chileno Nicolás Massú, quien también su mejor resultado en Grand Slam fueron unos cuartos de final en Australia.

Esto quiere decir que desde 1988 y hasta antes de la victoria de Rafael Nadal en Beijing 2008, el oro en el tenis solo lo pudieron conquistar dos ganadores de Grand Slam en 20 años (Andre Agassi en Atlanta 1996 y Yvegeny Kafelnikov en Syndey 2000).

A partir de 2008 fue cuando el tenis tomó otra dimensión en la justa olímpica y, desde entonces, los ganadores han estado entre los primeros tres puestos del ranking mundial como lo fue con Nadal en Beijing 2008, Murray en Londres 2012 y Río 2016, así como Zverev en Tokio 2020.

Por eso considero que es errónea la apreciación de que Djokovic necesitaba el oro olímpico para ser considerado ahora sí el mejor tenista de la historia. Por mucho, estadísticamente ya lo era. Más bien podríamos decir que era algo que Djokovic sentía que se lo debía a su país.

Independientemente de ese debate, lo que sí podemos afirmar es que esta necesidad, construida o no, le permitió a Djokovic elevar su nivel más allá del límite. Del lado de Alcaraz, es el tenista más joven en jugar una final de tenis olímpica, por lo qué no obstante la frustración natural que debe sentir el español, Alcaraz debe considerar qué si llega a jugar a la misma edad de Nole, tiene otras cuatro olimpiadas para alcanzar el oro olímpico, a diferencia de Nole que estaba en su última oportunidad.

¿Qué lección nos deja el partido de hoy para nuestros niños y jóvenes atletas? Por principio de cuentas que cada partido es distinto y que no porqué hayas perdido la última o las últimas veces contra un adversario, significa que no puedas ganar.

Apenas hace unas semanas, Alcaraz había ganado Roland Garros y Wimbledon, este último torneo venciendo con suma facilidad los primeros dos sets al propio Djokovic. En el papel, inclusive podríamos afirmar que el gran favorito era el español, y que pocos llegaron a dudar de que la medalla de oro terminaría en España.

¿Cuántos niños cuándo les preguntas contra quien van en un torneo, te contestan que ante determinado rival, a quien no podrán vencer porque han perdido las últimas veces? O, en su caso, creen que tiene la victoria asegurada, porque han vencido a su oponente las últimas veces.

Siempre he pensado que cuando el nivel es muy parejo entre dos contrincantes, va a ganar el que controle mejor sus emociones en los momentos importantes y, por supuesto, el que tenga mayores deseos de ganar, porque al final sus habilidades deportivas son muy similares.

Djokovic sabía que no iba a tener otra oportunidad, era ahora o nunca y eso lo llevó a luchar cada punto al límite. En el 4-4 del primer set, Alcaraz tuvo varios break point para irse 5-4 y el saque, pero Djokovic sabía la trascendencia de ese juego, por lo que luchó a morir, salvando todos los break point que tuvo en contra.

En el tie break del segundo set, cuando iban 2-2, Djokovic realizó un winner de derecha cruzado que le dio la ventaja de 3 a 2 después de un gran intercambio de golpes, a partir de ese momento, Djokovic se adueñó del partido y Alcaraz no volvió a ganar un solo punto, y sí por el contrario, tuvo errores no forzados.

¿Significa que Alcaraz no es tan bueno como se creía? Por supuesto que no. Alcaraz es un fenómeno que a cualquier otro tenista sobre la faz de la tierra hubiera vencido en esta final. De diez veces que se enfrentaran este año iba a ganar nueve, la única que no iba a poder ganar era la final de estos Juegos Olímpicos, porque ahí está el verdadero ejemplo de lo que significa desear algo con todas tus fuerzas, y ese deseo brutal en esta ocasión nadie se lo podía quitar al serbio.

En una clase un alumno le preguntó al maestro si era bueno que los niños compitieran a temprana edad. El maestro contestó: “Por supuesto que sí, solo hay que saber explicarles a los niños que en el deporte hay un vencedor y un vencido, si no existiera este supuesto, no se llamaría deporte sino únicamente actividad física. La diferencia está en que a los niños se les enseña de manera equivocada que el vencedor es el bueno y el perdedor es el malo, y no es así. Cuando hay competencia, los dos son muy buenos, porque los dos son muy competentes en lo que hacen, porque han sabido desarrollar habilidades específicas para poder competir, eso es lo que hay que decirles a los niños, y que simplemente en ese día, en ese momento, le toco a uno de los dos, ganar.”

Esto fue lo que pasó en esta cardiaca final de tenis de los Juegos Olímpicos. Tuvimos a dos enormes competidores, que nos hicieron vibrar de principio a fin, pero como es la esencia pura del deporte, sólo podía haber un vencedor, aunque los dos jugaron de manera excepcional.

Por primera vez me tocó ver lagrimas sinceras en ambos jugadores. Djokovic que se quitó su festejo arrogante de hacer como que toca el violín con su raqueta, lo cual en nada lo ayuda porque solo lo hace ver como burlón y arrogante (aunque se lo dedique a su hija, que nadie lo entiende), y Alcaraz, quien en las entrevistas posteriores no pudo contener más la frustración del dolor de la derrota, como le sucedió hace un año en el Masters 1000 de Cincinnati ante el propio Djokovic.

Me gustaría compartir las palabras que le mandó decir Rafael Nadal a Carlitos Alcaraz después de su derrota. Cito textual: “Carlos, aunque sé que hoy es un día difícil valora una medalla que es muy importante para todo el país y verás, con el tiempo, que para ti también. Gracias por esta semana increíble y por una medalla que nos regalas al deporte español. Un abrazo".

Estas palabras las podrían repetir muy bien los padres a sus hijos, cuando en más de una ocasión no consigan la victoria que esperaban. Hasta la próxima.

COROLARIO. Si se necesitaba un ejemplo más de lo que significa la confianza en un deportista, ahí está el caso de Noah Lyles, el ahora campeón olímpico de 100 metros, quien sin ganar ningún heat eliminatorio, y sin ser su mejor prueba, se llevó el oro olímpico por apenas cinco milésimas de segundo ante el jamaiquino y gran favorito: Kishane Thompson.


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